LA COSTURERA


Hoy me he encontrado con un cuento sobre costureras que me ha encantado, así que he pensado en compartirlo con vosotros.



Hace mucho tiempo, existía una linda costurera con una habilidad para coser que era casi divina, pero era pobre muy pobre y tenía que trabajar a la luz de una vela. Una noche de otoño que se encontraba trabajando muy tarde escuchó un murmullo en la calle. Abrió lentamente la ventana y descubrió a un grupo de personas que con la cabeza gacha se acercaba por la calle. Una de éstas se acercó hasta la ventana donde se encontraba la linda costurera y le entregó un paquete para que se lo guardase; al día siguiente, la mujer sin poder resistir la curiosidad lo abrió y se encontró con los huesos de un difunto. Los volvió a empaquetar y esperó al día siguiente para regresarlos. Se posó en su ventana a esperar hasta que alguien del grupo de rezadores nocturnos se acercó a pedirle el paquete. Mientras le entregaba el paquete el desconocido le dijo: “ Tan largo el día y tú coses de noche. Estamos en el mes de las ánimas, ¡ respétalas!”. La mujer asustada cayó al suelo y desde entonces dejó de coser en la noche.

El tradicional oficio de modista todavía perdura en multitud de talleres que se dedican a hacer arreglos y el trato con los clientes tiende a ser más comercial y frío. Antes, el trato con las clientas solía ser más familiar, era aquella vecina capaz de acortarte una falda, ponerte una cremallera o incluso realizar un vestido para un evento, con dedicación y con sus buenas manos era capaz de hacer auténticas maravillas con un simple retal. En la actualidad debido a las circunstancias y a las exigencias del mercado ese tipo de modista va desapareciendo porque fue cediendo el paso a las confeccionistas al por mayor para centros comerciales y boutiques y convirtieron un oficio artesanal con más de 4000 años de historia, en una manufactura industrial. En los últimos 20 años el ramo de la confección ha sufrido uno de los mayores fiascos y ya se puede hablar de que las antiguas artesanas de la moda van desapareciendo porque se jubilan y las nuevas generaciones no sienten la necesidad de continuar en el negocio. Y, las que, contra viento y marea, siguen en activo, no pueden competir con el empuje de los talleres chinos.

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