LOS ENDEMONIADOS




No hizo caso de las advertencias que sus asesores le dedicaban a diario, dominado por su profunda soberbia y prepotencia ignoraba las señales que su ciudadanía le enviaba. Por eso, ahora se ve asediado y afrontando solo el triste destino que le espera. Siente como algo hiriente la soledad del perdedor, porque nadie ha decidido arriesgar su integridad física al lado de un presidente acabado y sin futuro, despreciado por sus seguidores y escarnecido por sus enemigos más acérrimos. Intentó lucrarse con la pobreza de su pueblo sin piedad y como si fuera una expiación de sus pecados ahora vive los momentos más duros de su vida. Sabe que se encuentra en el ojo de la tormenta y contempla con horror como aumenta el cerco de endemoniados en torno a la casa presidencial. Su condescendencia con la corrupción le ha costado cara. Y, la crispación social que tan poco le importó se ha vuelto contra él de la forma más brutal. Los endemoniados se han convertido en una plaga, rodean la morada gubernamental. Tenebrosos vagan erráticos como si una mente poderosa dominara sus pensamientos. Los cuerpos represivos que intentaron frenar sus avances no tardaron en sucumbir ante la ferocidad de los endemoniados y fueron aplastados por las huestes del demonio. Al poco tiempo, ellos mismos se incorporaban a la marea fantasmal de mirada en blanco que avanzaba indecisa sobre el asfalto de la destrozada calle.

El presidente desde los grandes ventanales de su despacho contempla a los enloquecidos como se acercan peligrosamente hasta donde se encuentra. Sabe que su fin está próximo y por un momento piensa con angustia en todo el daño que ha hecho a la gente, provocando suicidios, vistiendo de luto y arruinando familias enteras. obligando a compatriotas a emigrar a otras tierras, persiguiendo sin cuartel a todo aquel que creía enemigo, torturando, humillando, insultando, infringiéndoles un trato tan aberrante y todo porque se creía poderoso, inmortal... El apocalipsis no iba con él.

Ahora contempla desde su efímero refugio, la masa terrible que se acerca inexorable hasta donde se encuentra y sabe que ha llegado su hora, esa en la que hay que rendir cuentas, su tiempo se acaba, pero la muerte no le sorprenderá en la cama rodeado de la gente que más le quiere, morirá aterrorizado, perseguido por sus terrores más ancestrales y no habrá nadie que le aligere de la culpa porque sólo él es el responsable de lo que sucede, él y su ciega pasión por el poder. Sabe que abandonará este mundo lleno de angustia, miedo y padeciendo uno de esos desahucios que no se preocupó por detener y que causaron tanto sufrimiento.

Desde el despacho presidencial puede escuchar al pueblo en su delirio... Piensa que todo es producto de su imaginación, ya no caben hipocresías nada de lo que ha hecho durante su mandato ha sido por la patria, ahora está en el otro lado, y la gente que conoce y que estaba a su lado se encuentra lejos... Muere sin sus aduladores de turno porque han sido los primeros en huir cuando se ha evacuado el edificio, porque ya no tenían que fingir, no había dinero ni poder que repartir con ellos. En su lugar, sólo quedaba la rabia y la preocupación ante lo que estaba ocurriendo.

Esa fue su misión en esta vida, renegar de los pobres y lo consiguió con creces ya que ahora eran más pobres que cuando llegó al poder, pues de eso se trataba, de olvidarse de la justicia y la igualdad. Ha comprendido demasiado tarde que se equivocó, se creyó Dios y convocó a su lado a los muertos y héroes, fantasmas de un pasado que era mejor olvidar. Se enfrascó en exorcizar a endemoniados y fracasó porque iba en serio y la prueba, ahora, la tiene ante sus ojos, por la calle avanza una marea de demonios y malos espíritus que se ha apoderado de las mentes de su ciudadanía... Ya casi siente su presencia en el despacho, vienen a cobrar, a recoger lo que les arrebató, lo único que merecía la pena en sus vidas y que despreció optando por el oscurantismo más tenebroso. Y, ahora ha caído preso de sus propios demonios.

El presidente se encuentra sumido en sus negros pensamientos cuando de pronto las luces comienzan a fluctuar y al final se apagan, a oscuras la noche parece más siniestra.

Desde su provisorio refugio contempla a los endemoniados balanceándose, el hombre parecía sentir sus frías miradas, vacías de vida, su aspecto no podía ser más tenebroso con los ojos en blanco y echando espuma por la boca. Entre la masa distinguió como uno de ellos levitaba y con movimientos imprecisos se iba deslizando como reptando por uno de los muros anexos del edificio, hasta llegar a donde él se encontraba, cuando sintió la pavorosa mirada del poseído clavada en su persona sintió como se le congelaba la sangre, una mueca que intentaba ser una sonrisa se dibujaba en las facciones de aquel ser de pesadilla. Con una mano iba dando golpecitos en los cristales de la ventana como si se tratara de un esperpéntico saludo. El presidente ante aquella terrorífica visión se descompuso y retrocedió asustado, tropezando con todo lo que tenía cerca.

Mientras tanto, en la calle, un pequeño movimiento agitaba a la masa humana que comenzaba a dirigirse hacia una de las puertas cerradas de la casa presidencial, primero la empujaron con torpeza y al ver que no cedía, se inquietaron y empezaron a dar bruscos manotazos tratando de abrirla, cuando lo consiguieron, penetraron en su interior gimiendo y vociferando en lenguas extranjeras, parecía como si una voluntad superior guiara sus pasos.

El presidente desde su despacho comprendió que los endemoniados habían invadido el edificio cuando le llegó el sonido de pasos lentos y torpes y los gritos de la marea y buscando en los cajones de la mesa localizó una pequeña linterna que esgrimió como si se tratara de una navaja y decidió escapar. Comprendía que aquellos seres de pesadilla iban tras su persona y él tenía que eludirlos a toda costa. La linterna barrió con el haz de luz todos los pasillos y salas por los que fue pasando, descubrió que sumidos en la oscuridad ofrecían un aspecto completamente distinto al que presentaban durante el día. Avanzaba con el corazón brincándole en el pecho ya que sentía como una de las puertas había cedido y la marea espectral avanzaba a trompicones y vociferando guturalmente.

Sabía que tenía cerca la salida de emergencia, conocía su existencia debido a las constantes simulaciones de evacuación del centro. Cuando estuvo delante, abrió sin dificultad la puerta y salió al exterior, afortunadamente, la calle estaba desierta. Se relajó momentáneamente, pero tuvo que reanudar la huida porque los endemoniados le pisaban los talones, ya estaban demasiado cerca.

Casí podía sentir la pestilencia de su aliento en el cogote, llegaron hasta sus oídos los aullidos de una manada de lobos y un vociferio propio de ultratumba y aterrorizado se quedo sin aire, bloqueado por una terrible opresión en el pecho. Sin poder evitarlo, se dobló hacia delante y vomito la bilis que llevaba acumulada desde que tuvo conocimiento de los primeros casos y los ignoró. Y cuando volvió a mirar, lo que vio acrecentó su pánico, aquellas cosas, o lo que fueran, habían duplicado su número. Se acercaban trotando y corriendo, tropezando entre sí. Y, sus manos, convertidas en garras se tendían hacia delante. De su antigua humanidad poco quedaba, ahora mostraban un aspecto bestial fuera de sí, capaz de destrozar todo lo que se encontraban a su paso.

El presidente salió de su estupor y corrió tanto como le permitían sus piernas, escapar de aquel horror que él mismo había creado se convirtió en una meta de auténtica supervivencia. Los endemoniados no le daban tregua, trotaban detrás de él como jinetes enfurecidos.

Respirar se había convertido en algo dificultoso cuando divisó algunas figuras más apareciendo en la distancia, difusas todavía en las tinieblas de la noche. Horrorizado comprendió que le cortaban el paso, por fin tenía que encomendarse a Dios, porque ya no había esperanza..

Pero los milagros existen y el Presidente tuvo la suerte de comprobarlo.

De una de las calle que estaba cruzando surgió una figura humana, en apariencia, que provista con una linterna le detuvo bruscamente. Momentáneamente, se deslumbró con la luz y cuando se detuvo, descubrió que lo que tenía ante sus ojos era una mujer. Vestía completamente de negro logrando una completa mimetización con la noche.

…”Venga conmigo. Le llevaré hasta un lugar seguro - le dijo la figura femenina, y a pesar de la tensión y el horror que estaba viviendo pudo apreciar sus sensuales formas bajo la negra indumentaria. El gobernante bajó la cabeza y se encontró con la hermosa mirada de la joven, y le pareció viva, despierta e inteligente. No había miedo en ella, y ese descubrimiento le infundió nuevos ánimos. Después de todo, no estaba todo perdido... La muchacha le sorprendió y pensó que debía de formar parte de la guerrilla ciudadana que se había formado a raíz de la primera insurrección...

El presidente y la mujer habían conseguido eludir el acoso de los endemoniados que ya habían rebasado el contorno perimetral de la Casa Presidencial, contaban con una ventaja y es que sus perseguidores estaban desorganizados, pero aparecían por todas partes y avanzaban ganando terreno a cada segundo.

Exhaustos por la carrera, dejaron atrás el laberinto de calles hasta llegar hasta un imponente edificio que tenía fama de albergar algún que otro fantasma en su interior. Con la oscuridad, nadie había reparado en ellos, pero los espectros se acercaban tambaleantes superando uno de los cruces que les llevaba directamente hasta donde se encontraba la pareja. A no mucha distancia, apareció un pequeño grupo de endemoniados y, uno, avanzó casi al unísono con ellos hacia la puerta, pero el presidente y la joven se le adelantaron pues ya se habían refugiado en su interior. El espectro se encontró con una puerta poderosa, rabioso y vociferando como un toro comenzó a golpearla con manotazos.

En el interior del Palacio, el presidente comentó a la chica, …”es extraño, que haya tenido que refugiarme en la casa del fantasma de la niña Raimunda, yo que nunca he creído en estas cosas y ahora que lo tengo ante mis ojos me parece espeluznante”...

…”Sí, lo que son las cosas - le respondió la mujer con una enigmática sonrisa- y, más raro, que le haya tenido que salvar el pellejo un miembro de la guerrilla ciudadana, esa que tanto se empeñó usted en atacar y eliminar”... El tono poco amigable puso en guardia al presidente que no supo como tomarse las palabras de su salvadora.

…” Tiene usted suerte de que yo estoy programada para ayudar a la gente y no para destruirla”...Concluyó misteriosamente la mujer.

…” ¿Programada...? Inquirió el ex gobernante.

…” Sí, programada...Exactamente, lo mismo que sucede con los “endemoniados” de ahí fuera”. Contestó la mujer enfatizando la palabra endemoniados”...

…”Voy a aclararle la situación en la que se encuentra... Este palacio donde nos hemos refugiado es el escondrijo de la organización “el círculo de los milagros” y el entrañable fantasma de Raimunda del que tanto se ha hablado, sólo ha sido un subterfugio para ocultar las operaciones que realiza este movimiento en la clandestinidad... Así que bienvenido a su nuevo hogar, porque si quiere sobrevivir, esto que tiene ante sus ojos será a partir de ahora su casa...Y, ahora sígame”...

CONTINUARÁ...

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