LA COLONIA DEL PÁNICO





Amelia vivía en una Colonia obrera situada en medio del campo, en plena naturaleza, rodeada de toda la belleza paisajística que ofrecía el valle y el río que lo atravesaba. Un auténtico paraíso terrenal roto por el murmullo del agua y el trinar de las pequeñas aves que lo habitaban. Remanso de paz quebrantado por el susurro del viento entre las hojas del bosque que el paso del tiempo convirtió en arte.

Pero, no todo era armonía en aquel idílico lugar, el repetitivo y casi mántrico ruido de los telares quebraba la quietud de aquel lugar, creando el sustento de los que poblaban el valle. Obreros de toda España realizaron este viaje ideal lleno de esperanzas que les llevó a inventar caminos emotivos y sugestivos sin tiempo, inspirados por sensaciones evocativas del entorno, colores, juegos ambivalentes de luces y sombras, que resistieron los años más tormentosos.

Amelia era una jovencita agradable y muy guapa, y entre sus aficiones existía una que se había convertido casi en una obsesión: contar historias de terror a sus compañeras de colegio. Aprovechaba el recreo y disfrutaba hasta tal punto atemorizando a sus compañeras que, aunque por la noche tenían pesadillas y no podían dormir, solían escucharla atentamente con un poco de morbosidad.

Aquella tarde, cuando se encontraban en el recreo, la chica seguía contando sus relatos, niñas de todas las edades sentadas a su alrededor la escuchaban fascinadas. Aquel día se encontraba especialmente inspirada. Acababa de explicar uno, cuando, una de las niñas que la estaba escuchando muy seria, habló y su voz sonó extraña en la tarde cálida.

…”Un día te retrasarás y te quedarás hasta tarde en el colegio y te llevarás un gran susto”... Pero Amelia ignoró la inoportuna interrupción y siguió con sus relatos, para hacerlos más interesantes utilizó personajes reales, vecinos que todos conocían y los implicó en una historia terrorífica.

…” Hace mucho tiempo, antes de que se poblara la colonia. -comenzó diciendo-. Ocurrió un terrible accidente en la carretera que conduce a la colonia - Impregnaba su relato de un cierto misterio y las jóvenes la escuchaban sin pestañear- Una inesperada criatura del bosque cruzó el asfalto y el accidente provocó varios muertos, pero consiguió sobrevivir la hija menor”...- La muchacha se había inspirado en una historia que le habían contado sus padres-.

Cuentan los vecinos, -siguió diciendo- que la chica desorientada por el golpe en el accidente abandonó los humeantes hierros del coche y se adentró en el bosque. Inexperta, se extravió, deambuló toda la noche, agotada por el esfuerzo y con la mente alterada por el golpe, creyó ver entre los árboles una figura femenina, una enorme cabellera plateada cubría todo su cuerpo. Distinguió que no llevaba prenda alguna, pese al atontamiento, la chica pensó que la noche era demasiado fría para caminar desnuda por el bosque... Pero el cansancio y la conmoción pudieron con ella y cayó desvanecida. Cuando despertó, se encontró en una casa en medio del bosque, abrió los ojos y sintió como los rayos de sol penetraban por la ventana y la despejaban, más allá descubrió el linde del bosque, que a aquella temprana hora mostraba una tonalidad verdosa muy intensa y bella, sintió los brotes de la fresca hierba agitándose con el viento, las aves volando tan rápido, casi planeando sobre el cielo y lo encontró todo tan bello que pensó que había muerto y se encontraba en el cielo..

Contemplándola, muy cerca, se encontraba una mujer en la que se apreciaba el peso de los años sobre sus hombros porque andaba encorvada, tenía un lejano parecido con la mujer del bosque, pero era imposible, la que ahora tenía ante sus ojos era una anciana, pensó que la visión que tuvo por la noche debió de ser un delirio producido por el accidente.

La anciana se inclinó sobre ella, pudo entonces ver muy de cerca aquella cara: la piel increíblemente blanca, el óvalo perfecto, el cabello largo y blanco, pero cuando buscó su mirada descubrió algo terrible que rompía la armonía de sus facciones. Al sentirla tan próxima, la chica pudo sentir cómo le penetraba un frío profundo e intenso como no había sentido jamás. Quiso escapar, pero sus miembros no se movían; quiso gritar, pero de su garganta no escapaba sonido alguno. Estaba indefensa ante ella. Cuando ya casi rozaba el rostro de la joven con el suyo, la mujer se detuvo mirándola largamente; después, sonrió levemente y dijo con una voz sibilante que podía confundirse con el sonido del viento entre los árboles.

..."Has conseguido eludir a la muerte, te esperaba el mismo trágico destino que a tus parientes, pero me he compadecido de ti porque eres joven y todavía tienes mucho por vivir, así que no te haré ningún mal, pero sé cautelosa y si alguna vez cuentas a alguien lo que te ha pasado en este bosque en ese momento se liberaran fuerzas oscuras y se llevaran tu alma, si estimas tu vida, no olvidarás lo que te he dicho"...

Paso algún tiempo y la chica al haber perdido  a sus padres, se encontraba bajo la tutela de una institución.  La joven trataba de adaptarse a las nuevas circunstancias y se había adaptado sin dificultad a la férrea disciplina del centro. Pero, los hechos que conforman una historia cuando un halo de misterio los envuelve, acaban por convertirse en leyenda y para desgracia de la joven accidentada eso fue lo que ocurrió, que estando con sus compañeras  se vio reflejada en una historia que estaban  relatando. Horrorizada descubrió con inquietud que estaba revelando un secreto que jamás debería de salir a la luz, ya que su vida corría peligro. Sintió crecer una ira que no pudo reprimir y por fin estalló:

..." Desgraciada, - Pronunció el insulto con toda la rabia que llevaba en su interior- Eso que estás contando me sucedió a mí... - No pudo concluir, porque antes de que se diera cuenta, la joven que estaba contando su historia se transformó en la anciana de gran cabellera blanca, sus facciones aparecieron desfiguradas por la ira y el mal..

..."¡¡¡ Es que no recuerdas que te avisé de que si revelabas tu secreto, una fuerza poderosa te llevaría con ella... Pues me has desobedecido y pagarás tu precio!!!"...
..."Pero, si no he dicho nada"... Contestó la joven.
..."¡¡ Ay, que no...te parece poco, te has identificado de lleno con la historia... Ya es bastante!!"...

La aterradora mujer terminó de hablar y con un poderoso y atronador rugido, el suelo se agrietó y de sus profundidades brotó un olor nauseabundo que las envolvió... Apareció una sima grandiosa y la anciana cogiendo a su víctima se la llevó con ella.

Amelia había concluido su relato y sus compañeras la miraron con admiración, sin duda alguna el cuento les había gustado mucho, insaciables de aventuras e historias imposibles le reclamaban a su amiga más relatos, cuando una compañera la interrumpió:

…” Sabes una cosa, soy vidente y he visto con los poderes de mi mente que acaba de ocurrir un accidente en la carretera que conduce a la colonia y te voy a decir quienes son los que han muerto”... Pronunció Aurora, una chica de cara triste y ojos sin expresión, sus palabras atrajeron la atención del resto de adolescentes.

Amelia escuchó las palabras y por primera vez pensó que la contestación que iba a recibir no era de su agrado, quiso decirle que se callara, pero ya era tarde, Aurora habló y efectivamente, no se esperaba lo que salió de la boca de la joven.

…” Aún no lo sabes, pero, mientras te encontrabas en el colegio, tus padres han muerto en la carretera, te has quedado completamente sola, igual que la protagonista de tu cuento, venían de la ciudad y en una curva han encontrado la muerte, porque han sido atacados por una extraña criatura que merodea por el bosque, una cuadrilla de hombres formada por policías y algunos vecinos de la colonia rastrean el bosque tratando de dar con ella”...El relato produjo una intensa agonía en la joven cuenta-cuentos y no podía dar crédito a lo que estaba escuchando... Por un momento pensó que Dios la estaba castigando por su afición a contar historias terroríficas.

..."¿Cómo, dices que mi familia ha muerto en un accidente? Preguntó angustiada, antes de que el grupo se desperdigara, creyó ver el horror reflejado en la mirada de sus compañeras de colegio. Aurora, al ver la reacción que había provocado comentó riéndose:

… “Venga, que sólo ha sido un relato que me he inventado” -y dirigiendo una extraña mirada a Amelia le dijo con un tono de voz neutro.

…” Qué te crees que eres la única que sabe contar cuentos aquí, todas podemos, sólo hay que intentarlo”...

Cuando escucho las palabras de su compañera. Amelia consiguió tranquilizarse a medias, se despistó y cuando se dio cuenta descubrió que sus compañeras habían abandonado casi en su totalidad la clase.

…”Amelia, - pronunció la maestra- no has acabado tus problemas, así que te irás a casa cuando los hayas terminado”...

Pensar en quedarse sola dentro de aquel edificio hasta más tarde no le hacía ninguna gracia ya que el regreso a casa tendría que hacerlo andando y sola, pero no era la primera vez y estaba acostumbrada. Tan solo quedaba la maestra que la contemplaba con enojo ya que parecía impaciente por abandonar el recinto educativo.

Cuando los alumnos y la maestra abandonaron el colegio, la más absoluta soledad imperó en el edificio, el murmullo de las risas y las voces cesó y en su lugar una agobiante atmósfera silenciosa se apoderó del lugar. Pese a la soledad imperante sintió como si miles de ojos se clavasen en su persona, intentó convencerse a sí misma de que aquello era pura sugestión y surtió efecto, se tranquilizó, pero no pudo concentrarse durante la clase y no realizó correctamente sus tareas.

Sabia que era una broma, pero la muchacha se encontraba tan conmocionada ante la posibilidad de que un fatal desenlace pudiera arrebatarle a sus queridos padres que como una autómata encaminó sus pasos hacia la salida. En aquel lugar tan solitario, el eco parecía intensificar el sonido de sus pisadas. .

Se apresuró con la tarea movida por el afán de abandonar el solitario lugar lo antes posible, ya que era otoño y temía ser sorprendida por la noche en el bosque.

Amelia se adentró en lo más profundo del bosque sin ningún temor, conocía sus rincones más secretos desde pequeña, había sido el escenario de sus juegos infantiles y no albergaba ningún recelo, se encontraba como en su casa. Pero, aquella tarde sentía como una especie de desazón, algo así como una corazonada que le indicaba que algo maligno la rondaba. Las sombras se iban apoderando del lugar tranzando nuevos paisajes y desdibujando los contornos familiares de los árboles. Un extraño silencio imperaba en el bosque y el sonido de la hojarasca cuando caminaba parecía intensificado. La joven miró las oscuras copas de los árboles y sintió inquietud pues creyó sentir el toque de queda que anunciaba el cierre de las puertas de la colonia. Extrañada porque siempre sonaba pasadas las 21 horas, era mala señal, algo grave estaba pasando.

Una figura seguía a la joven a cierta distancia, se movía furtivamente, evitando ser descubierta, la frondosidad del bosque facilitaba su tarea..

Amelia, y su gran imaginación comenzaron a tejer historias y recordó todas aquellas que conocía sobre la región, transmitidas de boca en boca por sus vecinos.

Sentía el discurrir de las aguas del Torrente de los Muertos y por ello pensó que debía de estar muy cerca, tenía un nombre tan tétrico porque la leyenda decía que el demonio se presentó al antepasado del amo de la Colonia, a quien aconsejó, para su propio beneficio, asesinar a un obispo del lugar. El señor obedeció y concertando un encuentro con el obispo, le mató apuñalándole en el torrente. A los pocos días se arrepintió y los remordimientos fueron tan fuertes que acabó confesando el crimen. Algunos lugareños se habían tropezado con los fantasmas de los dos muertos, luchando, en el Torrente.

Cuando llegó a la zona cruzó por un pequeño puente de madera en muy mal estado, sufría los estragos del tiempo. De pronto, creyó escuchar el aullido de un lobo y aligeró el paso, ya quedaba menos, pero cerca se encontraba una masía abandonada llamada, Casa de la Bruja, escenario del cuento que les había explicado a sus amigas, se levantaba en medio del bosque, parecía desafiar al tiempo, pues se encontraba en perfecto estado, los arbustos silvestres se habían apoderado de sus poderosos muros, pero no parecían deteriorarla era inusual y era uno de los misterios del lugar de más difícil explicación, otro era que los muchachos de la colonia sedientos de aventuras tampoco había conseguido adentrarse y explorarla y es que pese a la simpleza de su construcción, no dejaba de ser inexpugnable, parecía cosa de brujas.

Amelia sabía que tenía ese nombre porque se suponía que las brujas que vivían por el lugar se reunían en el caserón para celebrar sus aquelarres, en compañía de los hombres de la comarca. Corrían historias sobre un libro de magia que contenía una fórmula alquímica que convertía la piedra en oro, que debía de estar oculto en algún lugar de la casona, muchos decían que esa era la causa de la gran fortuna de los antepasados del amo y de la fundación de la colonia, pero nada más lejos de la realidad, ya que los antiguos señores de la colonia se habían enriquecido con el abominable comercio de esclavos en ultramar.

Su calenturienta imaginación seguía inmersa en los recuerdos de los que era protagonista el amo de la colonia, se comentaba historias muy siniestras, los supersticiosos hablaban de las raras costumbres de esta familia tan excéntrica, ya que solían comprar animales, recorrían todas las ferias y los mercados, y por una miseria, apenas unas pocas monedas, compraban los animales más famélicos, llenos de heridas y muy enfermos, todos aquellos que se encontraban en peor estado, no hacían distinciones, cabras, cerdos, pollos en las últimas. Ante tal actitud, era natural que no tuvieran muchas simpatías entre los vecinos, no comprendían como siendo tan ricos sólo adquirían alimentos de tan poca calidad.

Pero, con aquellos tejes y manejes, con el tiempo los animales que habían adquirido en tan mal estado, como por obra de magia o del diablo, sucedía que, de pronto, los animales se recuperaban totalmente y se convertían en dignos de los mejores embutidos. Entonces, era cuando los revendían a un precio más elevado. Eran unos expertos negociantes, pero en aquellos tiempos la gente no comprendía su manera de actuar y empezaron a pensar que era cosa de brujas y demonios. Con el tiempo, el castillo donde vivía esta familia fue llamado “domine daemoni”, señor de los demonios. Y todo un mundo de historias y leyendas nacieron a su alrededor.

La joven caminaba absorta en sus pensamientos y la tarde iba muriendo lentamente. Un silencio perturbador la rodeaba. Ahora, el bosque aparecía revestido de la más brutal soledad y los sonidos típicos de la noche pronto irrumpieron con una claridad aterradora. Amelia sintió un escalofrío, cuando a lo lejos un grupo de luces parecía flotar entre los frondosos árboles de la vaguada. En realidad, le parecieron haces luminosos, pero ella sabía que eran cirios encendidos, portados por los vecinos de la colonia. Tratando de ocultarse, fue aproximándose sigilosamente buscando refugio tras los gruesos troncos de los árboles centenarios del bosque. Las figuras negras, cuyos rostros se convertían en un pálido garabato, marchaban en fila india cabizbajos. Amelia no comprendía lo que estaba viendo. Ninguna leyenda de las que conocía le hablaba de algo parecido. Pensó que se debía de tratar de alguna cuadrilla que se dedicaba a buscar a la criatura que los señores de la colonia mantenían oculta en los sótanos del castillo, alejada de la curiosidad humana.

Se encontraba demasiado cerca de la comitiva, cuando un inocente tropezón la descubrió, su primera reacción fue darse media vuelta y salir corriendo. Pero, sus piernas, por el pánico, se habían vuelto demasiado pesadas y le costaba avanzar, miró por encima del hombro, y descubrió que aquella comitiva de gente la iba siguiendo. Desesperada y muy torpe, cayó al suelo y se torció un pie. Intentó levantarse, pero el golpe sufrido, dificultaba sus movimientos; aún así, se enderezó y cojeando intentó aumentar la distancia, en vano. Comprendió que tenía que hacer algo drástico si quería eludir a aquel grupo siniestro y encaminó sus titubeantes pasos hasta el cercano riachuelo. Corrió pese al lacerante dolor que sufría en el tobillo, las frías aguas aliviaron la tumefacción y pudo atravesarlo tan rápida como pudo. Echó la vista hacia atrás buscando con la mirada a sus seguidores, comprendió que a pesar de su relativa mejoría la comitiva no perdía tregua y el hombre que encabezaba la procesión la miró con ojos inexpresivos y también se adentró en el río.

En ese momento, una sombra con la agilidad de un lince pareció salir de la nada y tomándola en brazos se la llevó a gran velocidad. La joven no daba crédito, el desconocido que vestía totalmente de negro iba encapuchado. Sus brazos poderosos parecían sostenerla como si se tratara de una pluma.

Amelia trataba de descubrir el rostro del hombre, pero él eludía todos sus intentos.

…”Quién eres”... Preguntó la joven y sus palabras apenas podían ocultar el temor que sentía.

…” Soy tu salvador, ¿a quién se le ocurre cruzar este bosque, a estas horas, sabiendo todo lo que ocurre cuando comienza a anochecer?”...

… “ Es que me he demorado un poco en la escuela y he perdido el autocar. No tenía ni idea de que pasaran estas cosas.”... Respondió Amelia, tratando de apaciguar el miedo y la desconfianza que aquel hombre despertaba en ella, mientras le contemplaba con fijeza, tratando de identificar al que decía llamarse su salvador.

Sentía inquietud entre los brazos del misterioso encapuchado del que le llegaba el penetrante aroma del bosque y la resina que derraman los árboles, pero cualquier intento por intentar descubrirlo resultaba en vano, los reflejos, alertas, frenaron cualquier avance de la chica....

El desconocido se movía con seguridad entre la frondosidad vegetal del bosque, y al poco tiempo la asustada muchacha descubrió que las extrañas luces que la perseguían habían desaparecido.

…” Tranquila, no trates de adelantar las circunstancias, ya nos conoceremos cuando llegue el momento oportuno; hasta entonces, tendrás que conformarte con esta situación. Y, ahora quiero decirte que nunca vuelvas a demorarte ya que este bosque oculta secretos y tu audacia puede ponerte en peligro”... El encapuchado pronunció sus últimas palabras cuando llegaban ante los imponente muros que protegían la Colonia.

…” Hoy han cerrado las puertas de entrada antes de lo previsto, y no voy a poder entrar, sus muros son altísimos e infranqueables...” Cuando se fue a dar cuenta, sorprendida, el encapuchado con la agilidad de un felino, dio un salto poderoso y volando con su liviana carga femenina por los aires, trazó una espectacular pirueta con la que rebasaron la muralla que rodeaba y protegía la colonia; posteriormente, aterrizó entre los muros inexpugnables. Después de contemplar semejante hazaña y conociendo todas las leyendas del lugar, pensó que se encontraba ante un ser mágico, una extraña criatura con apariencia humana cuya existencia no podía explicarse racionalmente.

…” Quién eres...”. El hombre le respondió… “Ya llegará el momento, pronto volveremos a vernos.... ¡Ah!, se me olvidaba, saluda a tu hermana de mi parte”... Pronunció su última palabra y dando un poderoso salto abandonó la Colonia.

Cuando vio alejarse al desconocido fue consciente más que nunca del intenso silencio que la rodeaba, nada se escuchaba, ni el trinar de los pájaros ni los típicos sonidos del bosque y sintió un estremecimiento que atribuyó a la noche algo ventosa y extremadamente fría. Comprendió que el lugar albergaba demasiadas vidas humanas y que podían estar en peligro. Sus aturdidos pensamientos atenazaban su mente y con estupor cayó en la cuenta de que ella NO TENÍA HERMANA....

Tampoco pudo ver como el encapuchado desaparecía mimetizándose con la espesura del bosque, como si de una criatura mágica se tratase.

CONTINUARÁ...

Comentarios

Entradas populares