Hoy hacia un perfecto día nuboso para quedarse calentita en casa; pero algo tiraba de nosotras; pese a la baja temperatura, nuestro ánimo nos empujaba a desafiar ese frío helador de la mañana. Cuando salíamos en dirección hacia la gran superficie, donde teníamos que hacer unas compras, nos hemos encontrado con el grato descubrimiento de que las montañas que rodean Barcelona aparecían cubiertas por un manto de nieve, ofreciendo una bella estampa invernal.
Retenciones y un tráfico caótico dificultaban los accesos a la cumbre del Tibidabo, en parte porque estaban cerrados. El frío era duro y había que extremar las precauciones en la conducción porque el asfalto aparecía cubierto por una delgada capa de hielo.
Recorríamos un excepcional trayecto en el que se mostraba una belleza gélida que blanqueaba los tejados y salpicaba los árboles con un armonioso manto blanco. Completaba el paisaje un cielo tortuoso de complicadas y múltiples texturas grises, convirtiendo el excepcional paisaje en un exuberante tapiz pictórico lleno de un frondoso colorido monocromático.
No extrañaba ver a la gente afanándose haciendo fotos, tratando de inmortalizar los bellos paisajes que la nieve había dejado en un momento efímero.
Y, ahora una serie de fotos sobre la nevada...
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