El Pesebre Viviente es una representación navideña de los evangelios, pero es también una buena manera de conocer las tradiciones y el arte de nuestros pueblos, en profundidad. Las últimas horas del día, cuando las fogatas y las lucecitas llenan de vida los pesebres. Es, en esos momentos, cuando la más pura tradición se manifiesta y se mantiene viva de generación en generación gracias a la pasión y dedicación de sus gentes.
Es tradición, que cuando llega la navidad a los hogares, en algunas casas, se construya un belén, a pequeña escala, sobre todo para contentar a los más pequeños. Figuritas, musgo y ríos de papel de plata, es lo típico de estos pesebres, provocando las delicias de los más pequeños. Pero, en algunos pueblos de Cataluña, estos pesebres salen a la calle en tamaño real y con ellos se transmite la esencia del sentir de estos pueblos.
Aprovechamos el día el Reyes para visitar el precioso pesebre viviente de Tona, situado a unos 60 km de Barcelona, es, juntamente con el de Corbera de Llobregat, uno de los más antiguos. Hay oportunidad para verlo hasta el 13 de enero y las representaciones se realizan de 18 a 20 horas. Si os animáis, es recomendable llevar ropa de abrigo y calzado cómodo, pues las representaciones se hacen por la tarde-noche y las temperaturas suelen ser bajas. Ya os digo de antemano que la visita no defrauda.
En Tona, esta manifestación cultural se ha convertido en patrimonio inmaterial, y en este caso un referente actual de la larga tradición teatral catalana que bebe de los misterios y formas más genuinas del teatro hagiográfico medieval de Cataluña.
El conjunto de actores, con más de 200 vecinos, está integrado por padres, madres, abuelos, hijos y niños del pueblo que se ponen en la piel de los personajes de cada escena pesebrística, en un marco incomparable de paisaje natural al aire libre, en una pequeña montaña, a los pies de los restos del Castillo de Tona, en una zona boscosa. El pesebre viviente es un recorrido por la montaña donde se van representando las distintas escenas que van incluyendo música y diálogos.
Durante el recorrido, el público se mueve guiado por una narración que incluye diálogos, música y efectos de luz y sonido, de excelente calidad, fiel a las sagradas escrituras, y amenizada con los comentarios en prosa de los actores, con algunas excepciones, como la paradigmática actuación del demonio, una aportación un tanto heavy a la representación, pero que le confiere gran originalidad.
Este belén es la fantasía hecha realidad, pasear entre el musgo, bosques, acantilados y personajes entrañables como el caganer y los pastorcillos que cobran vida alrededor de las fogatas y riachuelos.
Cuando acaba el recorrido de las actuaciones, se obsequia al público con una rebanada de pan tostado con butifarra y un sorbo de vino para recalentarse.
Por cierto, la butifarra está buenísima, será por el apetito que despierta un paseo tan relajante, aspirando el fresco de la noche, el aroma del bosque y el cielo tan rabiosamente estrellado que se cierne sobre nuestras cabezas.
Es algo para vivirlo...
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