EL SILENCIO DE LOS MUERTOS




Desde tiempos inmemoriales los maestros hindúes han buscando nuevos caminos para tratar de encontrar una nueva perspectiva a la existencia humana, que la civilización occidental pretendía ignorar.

Ante las grandes desigualdades sociales y la extensión de la pobreza, renunciaron a mantenerse conectados con la naturaleza a través de la armonía y colocaron el profundo sentimiento religioso y metafísico de la existencia en la eternidad.

Conectar las experiencias positivas y negativas nos convierte en ecuánimes, que sería algo así como poseer esa energía de claridad que nos permite llegar a conocernos y adaptarnos a un mundo exterior fluctuante, en constante conflicto.


EL SILENCIO DE LOS MUERTOS



El discípulo llevaba meses recibiendo de manera aplicada la enseñanza espiritual del mentor. Un día, de repente, el maestro miró a los ojos al discípulo y le dijo:
- Sé como un muerto.
El discípulo se quedó perplejo. No entendía nada.
- No te comprendo, maestro -vaciló- A qué te refieres?
El maestro sonrió. Era la sonrisa del que ha alcanzado la calma profunda.
- Mi muy querido -dijo-, acércate al cementerio más cercano y, con todas las fuerzas de tus jóvenes y vigorosos pulmones, empieza a gritar toda suerte de halagos a los muertos.
Aunque sorprendido, el discípulo siguió las indicaciones del mentor y acudió al cementerio. Comenzó durante varios minutos a gritar halagos a los muertos. Luego regresó ante el maestro, quien le preguntó:
- Qué han respondido los muertos?
- Nada, maestro, no han respondido nada.
- Muy bien. Pues vuelve ahora al cementerio y comienza a proferir insultos contra los muertos.
Así lo hizo el discípulo. Una vez en el cementerio empezó a gritar insultos contra los muertos y luego regresó junto al maestro.
- Qué han respondido los muertos?
- Nada- respondió el discípulo-. Nada en absoluto.
Y el maestro dijo:
- Así tienes que ser tú siempre, como un muerto, o sea, indiferente a los halagos y a los insultos.
El Maestro declara:
Los que hoy te elogian, mañana te pueden insultar; los que hoy te insultan, mañana te pueden halagar. Permanece indiferente a halagos e insultos.

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