LA SOMBRA






Me encontraba sentada frente a mi ordenador. La luz de la radiante mañana penetraba a raudales por los grandes ventanales de mi casa. Sentía un agradable calorcillo por todo el cuerpo que me llenaba de vitalidad. Estaba tratando de escribir un relato de terror en mi blog, pero el día era tan hermoso que me invitaba a dejar mi inspiración de lado y acercarme hasta la playa para sentir su reconfortante brisa y la espuma del mar bajo mis pies.

Me encontraba tan absorta contemplando el radiante azul de la mañana que no me percaté de que había escrito de manera automática las últimas palabras en mi blog. Las leí con asombro pues el tono poético, casi lírico que desprendían no entraban dentro de mi estilo.

…”NÓMADA VENUSINA, QUE AQUIETAS LAS PASIONES ENCENDIDAS”...

IMPOSIBLE, COMO HE PODIDO ESCRIBIR ALGO ASÍ.-.. Tengo que salir más - pensé para mis adentros, esbozando una tímida sonrisa.

Seguro que esto es cosa de la MENOPAUSIA, -pensé- ya que la desconcentración es algo que suele ser muy común en las mujeres que nos encontramos en ese ciclo tan difícil de nuestra de vida. Después de todo, es posible, que sí que necesitase un paseo relajante por la playa.

Paseaba descalza sintiendo la caricia de los rayos del sol y el hormigueo que despertaba la cálida arena bajo las plantas de mis pies. Me sentía reconfortada cuando la brisa marina agitaba mis cabellos, pero no conseguía apartar de mi mente los misteriosos versos que habían aparecido en mi blog. Trataba de tranquilizarme pensando que en esta vida todo tiene explicación. Aunque, una cosa tenía muy claro: aquellos extraños versos tan románticos no los había escrito yo, era imposible.

Empecé a creer en la posibilidad de que estuviera desarrollando otra personalidad que tenía que ver con lo que el ser humano puede llegar a comprender sin perder totalmente el juicio. Una personalidad que se mostraba rebelde a mi pasión por la literatura gótica y todo ese mundo que recrea los más negros pensamientos que pueden jamás haberse imaginado.

En lugar de asustarme, esos nuevos retos poéticos que acudían a mi mente acabaron fascinándome y me sugerían cosas inexplicables e innombrables, todo un misterio por explorar y una multitud de posibilidades se me ofrecían frente a la brillante pantalla de mi ordenador. Tan ausente me hallaba absorta en mis pensamientos que no capté que alguien vestido de negro me estaba observando y me iba siguiendo durante todo mi trayecto por la playa. Algo en aquella persona me hizo recelar, intenté visualizar su rostro, pero algo lo velaba y lo atribuí a que, quizá, empezaba a perder vista. La fijeza del extraño, su aire distante me incomodaba y opté por alejarme, emprendiendo el camino de regreso a casa.

Al cabo de un rato, intrigada con la actitud del desconocido, giré la cabeza con disimulo, buscándole con la mirada, pero había desaparecido.
Cuando me sentí protegida bajo las cuatro paredes de mi hogar, sentí una abrumadora sensación de soledad que traté de paliar sentándome frente a mi ordenador.

El aparato no arrancaba, algo iba mal, contrariada, pensé en la posibilidad de que algún hacker informático hubiese accedido a mi equipo. Pero, tras un inicio tormentoso apareció ante mis ojos la preciosa foto que da vida a mi escritorio. Funcionaba, aparentemente, sin incidencias, pero, una pequeña anomalía aparecía en una de las esquinas de la pantalla del monitor, una pequeña mancha negra que me intrigó y traté de quitar, pero era prácticamente imposible porque se encontraba en el interior.

Decidí seguir con el relato que llevaba entre manos, activé el programa y cuando se abrió busqué mi trabajo más reciente. Perpleja, descubrí que habían nuevos versos escritos que desprendían un romanticismo casi místico. Asustada porque sabía que esos poemas no los había escrito y como el PC no daba muestras de que habiera sido pirateado, comencé a pensar en la posibilidad de que quizá algún intruso se había introducido en mi casa tratando de desafiarme, confundirme o, o simplemente, asustarme y había escrito esos versos en mi blog. No quería sentir miedo. Recorrí con la mirada todos los rincones ocultos de la habitación. Sentí los latidos del corazón como aporreaban mis sienes. Miré debajo de la cama, como si esperara encontrarme al intruso agazapado entre las sombras, pero sólo encontré una delgada capa de polvo. Traté de luchar contra el pánico que se apoderó de mi mente contemplando la luz del día como invadía mi casa iluminando todas las estancias y dejando poco resquicio a la fantasía. Extendí la inspección a las demás habitaciones de la casa, mi corazón palpitante y mis pasos vacilantes por el angosto pasillo, entorpecieron y casi paralizaron mis movimientos acechantes... Todo se hallaba bajo la normalidad, pero seguía sintiendo una extraña inquietud al contemplar mi casa vacía, noté la ausencia de mi hija Elisa y la soledad se convirtió en una experiencia dolorosa, penetré en su habitación desierta, y me pareció un santuario donde todo se encontraba en su sitio, esperando su regreso.

Desde donde me encontraba podía observar la calle y un estremecimiento recorrió mi cuerpo cuando vi al misterioso hombre de negro merodeando por las inmediaciones de mi casa, cuando me descubrió se detuvo junto a un árbol que rozaba la ventana y me saludó con un gesto de la mano. Pese a sus aparentes buenos modales, su presencia era hostil sin lugar a dudas. Aunque me incomodaba verlo detenido debajo de la ventana de casa, decidí pasar el resto del día paseando por la ciudad, necesitaba desconectar, aligerar mi mente de malos pensamientos y librarme de los seres misteriosos que llenaban mi mente de monstruos y fantasmas. Sé que estaba viviendo una experiencia que sería imborrable por el resto de mi vida y que, posiblemente, estaba experimentando una etapa de locura transitoria que surgía del pánico.

Las horas pasaban y llegó el momento del regreso inevitable, del enfrentamiento con la realidad y nuestros terrores más profundos. Intenté apaciguarme encendiendo el ordenador. La foto familiar invadió nuevamente la pantalla del ordenador llenándome de queridos recuerdos. Pero, algo cambió en el escritorio y era la mancha, que ahora se veía gigantesca y se había apoderado de toda la pantalla. La masa negra se distorsionaba, estrechándose y alargándose, adquiriendo poco a poco un rostro humano que desconocía, pero, que me resultaba vagamente familiar.

En el ordenador se observaban intermitencias, fogonazos e imágenes vertiginosas de luz que revelaban, en primer plano, la presencia de ese personaje siniestro con el que había coincidido demasiadas veces últimamente. Comprendí que esa extraña criatura que me contemplaba desde las profundidades del monitor era el misterioso hombre de negro que me acosaba.

Ahora podía ver los rasgos de su cara con total nitidez. La pantalla del monitor me ofrecía la imagen de un ser monstruoso que reflejaba la imagen del mal. En su rostro inexpresivo, destacaban unos ojos totalmente negros, sin vida que me contemplaban con una fijeza que me trastornaba. De pronto, la imagen del hombre se deformó distorsionada en un grito de agonía que me sobresaltó y dejó sin aliento. Algo sobrenatural se escondía tras la pantalla del ordenador, algo que excedía a la realidad e impregnaba de un olor putrefacto toda la habitación. Cuando reaccioné, cerré bruscamente el ordenador y todo quedó en silencio. En un intento por huir del horror que me invadió, abrí las ventanas para disipar ese olor infame que impregnaba toda la estancia. Pero, la pesadilla me acechaba en el exterior, la luz de la luna me reveló, nuevamente, la presencia indeseable del hombre de negro junto al árbol que rozaba mi ventana. El frío poco acogedor de la noche y la siniestra presencia masculina me impresionaron duramente y horrorizada no supo a qué enfrentarme, la angustia me hizo llamar a la policía para denunciar aquella presencia intimidatoria. Pero, algo en mi interior me frenó, una especie de alerta que a la menor incidencia podía sobresaltarme y empujarme a la locura. Traté de serenarme y marqué los dígitos que me pondrían en contacto con la comisaría. Acababa de dar parte del incidente y el ordenador se encendió de pronto, sobresaltándome y con los nervios a flor de piel, observé que algo completamente negro inundaba la pantalla y emitía un extraño sonido. Lentamente, me acerqué y, otra vez, esa imagen oscura, horripilante, hizo acto de presencia y me contempló desde el agujero negro en que se había convertido la pantalla de mi ordenador.

En las profundidades de aquel abismo brotó una voz inhumana que irrumpió en mis oídos de manera atronadora, procedente del extraño ser que inundaba la pantalla, una voz infame distorsionada por los circuitos binarios pronunció desafiante:

-¿Qué miras?, has estado evitándome todo el día y ahora qué ¿ No te esperabas esto?. A partir de ahora vas a contemplar ante tus ojos el terror que se encuentra en la VIDA y en la MUERTE, eso que tanto te empeñas en buscar con tus relatos de sombras y fantasmas. Soy tu parte más negra y todo lo que te rodea, una parte de tu alma que desconoces, ese lugar donde afloran los sentimientos más siniestros y auténticos, sí estás perdida y ya nada, ni nadie puede salvarte. Por eso has de temerme, porque soy tu lado más oscuro, ese del que huyes con temor, pero del que no puedes escapar.
- No hables, ya no eres nadie, ni siquiera has nacido. Yo soy tú y a partir de ahora, LA NADA más absoluta te rodeará.

Escuché aterrorizada las palabras del ese ser de pesadilla que parecía un producto de mi mente enferma, una consciencia que se mantiene de manera precaria en la delgada línea roja que nos separa de la cordura. Con la certeza absoluta de que pronto su ser se esfumaría sin dejar rastro. Temblorosa y angustiada, cerré violentamente y desconecté el ordenador lanzándolo violentamente contra la ventana, tratando de librarme de él. Creí que si desaparecía en la noche oscura borraría la terrible pesadilla que estaba viviendo.

Pensé que lo mejor era intentar dormir y olvidar esta locura, pero esa noche tortuosos sueños me acometían y el extraño personaje de negro se negaba a abandonarme, poblándolos de terroríficas pesadillas en las que veía como se movía a mi alrededor convertido en una especie de sombra distorsionada antropomorfa, sentí como me rozaba un fluido espeso que se fundía con mi cuerpo y parecía desplazarse de una pared a otra.

No sé en qué momento me sentí amenazada por la masa gelatinosa, pero una fuerza inexplicable me empujó y salí huyendo como una posesa. La extraña criatura emitió una especie de gruñido amenazador, reacia a perder su presa. Sentí que me casi me alcanzaba e invadía con su repulsiva pestilencia y ferocidad.

Desperté a punto de ser engullida por el ser repulsivo, sobresaltada y llena de desasosiego descubrí en mis brazos arañazos, hematomas y dolorosas quemaduras.

Mi resistencia tenía un límite y abandoné la cama, avanzando por la inercia que movía mis torpes piernas, conseguí llegar a trompicones hasta el sofá y me cubrí los hombros con una pequeña manta de viaje. Me siento debilitada y voy perdiendo las pocas fuerzas que me quedan. El cansancio me domina y mis párpados pesan demasiado.

Quizá podré conciliar el sueño, pero no consego apartar los ojos de la puerta cerrada de la habitación. No quería presenciar la profunda negrura que imperaba en las profundidades de la habitación. Encendí todas las luces, creyendo que disipando la oscuridad alejaría la amenaza que se cernía sobre mi persona.

Con un nudo en la garganta y los ojos desorbitados por el pánico, contemplé con horror como la puerta se abrió lentamente, sentí deseos de salir corriendo de la casa y huir en la noche hacia un destino desconocido pero el miedo me paralizó. Por la puerta ya, totalmente, abierta, surgió una figura de negro que me miró fijamente. Ahora que la tenía ante mí y me llegaba su voz cavernosa, acompañada de una sonrisa displicente que no tenía nada de amistosa, sentí sobre mi persona la mirada hiriente e inexpresiva del hombre de negro cuando pronunció implacable:

..." Unas veces desaparecen y nunca más se vuelve a saber de ellas, otras mueren y su cuerpo descansa bajo la fría piedra... y, en otras, simplemente se produce la transmigración del alma... escoge libremente tu destino"...

Siento que se abre un inmenso agujero bajo mis pies y la más absoluta oscuridad cae sobre mi... Se apodera de mi mente una inocente inconsciencia que me libera del horror y el dolor.


Ha debido de pasar un tiempo precioso, pues ahora me encuentro recostada en una cama del hospital situado a las afueras de la ciudad. Elisa, mi querida hija, reclinada en el sofá me contempla con cara de preocupación. Esa preciosa mañana su hermoso cabello luce con una extraña luminosidad. Me siento extrañamente relajada, pero no recuerdo qué me ha ocurrido, cuál es la causa que ha provocado que me encuentre ingresada en este lugar. Contemplo como ausente los goteros que cuelgan de mis miembros y siento deseos de arrancarlos, pero apenas me quedan fuerzas. Un inmenso vacío se abre paso en mi mente, pero ese hospital es el que tantas veces he contemplado desde mi habitación y tengo grabada la bella estampa de su precioso perfil cuando atardece.

Un hombre de negro de facciones extrañamente blancas se detiene ante el umbral de mi habitación, hay algo que me resulta familiar en esa persona, sus ojos inexpresivos se clavan en mí y siento como un extraño escalofrío recorre mi cuerpo. Penetra en la habitación arrastrando los pies y se detiene a los pies de mi cama.

..." Unas veces desaparecen y nunca más se vuelve a saber de ellas, otras mueren y su cuerpo descansa bajo la fría piedra... y, en otras, simplemente se produce la transmigración del alma... escoge libremente tu destino"..

..." ¿Quién es usted, no le conozco?"... Replico a las enigmáticas palabras del hombre.

En ese momento mi hija se levanta, se me acerca y me pregunta preocupada:

..." ¿Madre, con quién estás hablando?"...

Guardo silencio pues empiezo a comprender que el hombre vestido de negro es fruto de mi imaginación quizá sea un incipiente trastorno mental. Así que ignoro sus preguntas y trato de descansar conciliando el sueño.

Siento que la oscuridad me envuelve y el sonido de la voz de mi hija se apaga y se va amortiguando. Una extraña laxitud se apodera de mis miembros y siento que por fin ya me siento libre.

                                                          .................................

La mujer duerme plácidamente y su hija la contempla con dolorosa atención. Con el dorso de la mano se limpia una lágrima que se desliza por la comisura de los labios.
Contempla a su madre reposando, plácidamente, sobre la aséptica cama del hospital, con los ojos llorosos de cansancio. Dirige una mirada hacia el exterior de la ventana y le llega el reflejo pálido de la luna como algo irreal y comprende que la noche es el origen de todos los monstruos, sin nombre, que acechan cuando no existe descanso. En ese momento, decide retirarse durante unas horas, para reponer fuerzas. Abandona sigilosa la habitación y la convaleciente no parece notar su ausencia.
Siente dejar a su madre en ese estado, pero tiene que descansar, lleva demasiadas horas sin dormir y ya empieza a sentir los estragos de la fatiga. El sonido de sus pisadas cuando avanza por el triste pasillo parece despertar los ecos de las voces de los enfermos ingresados. Un silencio de ultratumba impera en el lugar, cuando descubre en la lejanía un extraño hombre de negro, caminan, como si fueran a cámara lenta, uno al encuentro del otro, cuando se cruzan, descubre sus ojos extrañamente fríos, casi se pierde en sus negras pupilas. Elisa deja atrás al hombre, pero algo la empuja a girar la cabeza y mirar hacia atrás buscando su negra silueta, pero ha desaparecido.

Al poco tiempo y cuando ya se encontraba descansando en su casa recibió la llamada del hospital notificando la muerte de su madre...

..." Sentimos comunicarle que su madre acaba de fallecer, al parecer ha sufrido un infarto fulminante mientras padecía un ataque epiléptico como consecuencia del tumor cerebral que padecía..."

CATALINA CAZORLA

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