CAOS ANÁRQUICO





El nuevo amanecer está destinado a aquellos que sufren el desprecio, el maltrato y el olvido porque en ellos se refleja la luz de la verdad. Serán testigos del haz de rayos encendidos que ahuyentará el terror en nuestra naciente noche oscura de los tiempos. Aquellos cuyas lágrimas anuncian el hundimiento del viejo orden, serán los escogidos porque sólo el eco de sus voces anunciará la nueva aurora. Sois el presente y el futuro que se resiste a desaparecer, tortura para aquellos que nunca buscan entre las sombras la verdad hiriente. Es por eso que la única y tangible verdad se manifestará ante vuestros ojos.

Miserables de mentes cerradas al nuevo orden planetario que atesoran la palabra nunca dada. Ciegos miserables, inmisericordes y cómplices del oscurantismo neomoderno que anuncia una nueva era, tenebrosa como el ala de la muerte negra y malsonante como el graznido de un cuervo.

A vosotros, criaturas impías y ciegas dirijo mi guadaña y en la noche putrefacta os encontraré, miserables carroñeros que pululáis como ratas entre los excrementos, se os arrebatará el futuro y sólo un glorioso amanecer en la emocionante tempestad os será otorgada, si con vuestra sangre purgáis el crimen contra el hombre cometido.

La tierra se deshará en un vómito blasfemo de infames palabras corrompidas, pero la tierra y su nuevo amanecer entregarán su futuro al caos anarquista y, éste, por fin reinará.




1ª PROFECÍA ANARQUISTA.



Después de este pequeño manifiesto, aquí os dejo un pasquín de HAKIM BEY, uno de los filósofos contemporáneos más atractivos en estos cuestionamientos, su nombre es Peter Lamborn Wilson, mejor conocido como Hakim Bey (“El Señor Juez”, en turco), quien se dio a conocer por una serie de ensayos en varios fanzines subterráneos y que se agrupan bajo el título genérico de T.A.Z. (Temporary Autonomous Zones, Zonas Temporalmente Autónomas, por sus siglas en inglés). Fue considerado por algunos escritores como el padre ideológico de los hackers.


AMOUR FOU


EL AMOR FOU no es una Democracia Social, no es un Parlamento de Dos. Las actas de sus reuniones secretas tratan de significados demasiado enormes aunque demasiado precisos para la prosa. Ni esto, ni aquello -su Libro de Emblemas tiembla en tus manos.

Naturalmente se caga en los maestros de escuela y la policía, pero se burla de ideólogos y liberacionistas también -no es una habitación limpia y bien iluminada-. Un charlatán topológico proyectó sus pasillos y parques abandonados, su decoración emboscada de negro luminoso y rojo maníaco membranoso.

Cada uno de nosotros es dueño de la mitad del mapa; como dos potentados del renacimiento definimos una nueva cultura con nuestra mezcla anatema de cuerpos, con nuestra emulsión de fluidos -las junturas Imaginarias de nuestra Ciudad-estado se desdibujan en nuestro sudor.

El anarquismo ontológico nunca volvió de su última excursión de pesca. Mientras nadie se chive al FBI, a CAOS le importa poco el futuro de nuestra civilización. El amour fou sólo se cría por accidente -su objetivo principal es la ingestión de la Galaxia. Una conspiración para la transmutación.

Su único interés por la Familia reside en la posibilidad de incesto ("¡Críatelos tú!" "¡Cada humano un Faraón!") -¡Oh mi más sincera lectora, mi semejante, mi hermana!- y en la masturbación de un niño descubre oculta (como en la pelota de una flor de papel japonesa) la imagen del desmoronamiento del Estado.

Las palabras pertenecen al que las usa sólo hasta que otro las vuelve a robar. Los Surrealistas se desgraciaron al vender el amour fou a la máquina fantasma de la Abstracción; buscaron en su inconsciencia sólo poder sobre otros, y en esto siguieron a “de Sade” (que sólo quiso "libertad" para que adultos blancos destriparan a mujeres y niños).

El amour fou está saturado de su propia estética, se colma hasta los propios bordes con las trayectorias de sus gestos, marcha con relojes de ángeles, no es el destino oportuno para comisarios y tenderos. Su ego se evapora en la mutabilidad del deseo, su espíritu comunal se marchita en el egoísmo de la obsesión.

El amour fou implica una sexualidad no ordinaria en la medida en que la brujería exige una conciencia no ordinaria. El mundo anglosajón post-Protestante canaliza toda su sensualidad reprimida hacia la publicidad y se escinde en turbas enfrentadas: mojigatos histéricos contra clones promiscuos y antiguos ex-solteros. El AF no quiere unirse al ejército de nadie, no toma parte en las Guerras de Género, se aburre con la igualdad de oportunidades en el empleo (de hecho rehusa trabajar para vivir), no se queja, no da explicaciones, nunca vota y nunca paga impuestos.

Al AF le gustaría ver gestar y nacer a cada bastardo; el AF prospera con ardides antientrópicos; al AF le encanta que lo acosen los niños; el AF es mejor que una oración, mejor que la sinsemilla; el AF lleva la luna y las palmeras allá por donde va. El AF admira el tropicalismo, el sabotaje, el break dance, a Layla y Majnum5, el olor de la pólvora y del esperma.

El AF es siempre ilegal, ya vaya disfrazado de matrimonio o de tropa de boyscouts; siempre borracho, ya en el vino de sus propias secreciones o en el humo de sus propias virtudes polimorfas. No es el trastorno de los sentidos sino más bien su apoteosis -no el resultado de la libertad sino su precondición-. Lux et voluptas.

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