Si hay algo que me gusta es pintar mandalas. Ahora existen técnicas de relajación como el yoga o el taichi u otras cosas por el estilo que deben de ser muy efectivas para algunas personas. Pero, los mandalas me resultan mucho más atractivos y entretenidos.
“Mandala” es una palabra en sanscrito que significa “círculo o arco” es la representación de un círculo inscrito dentro de una forma cuadrangular. El círculo es la forma más perfecta, símbolo del cosmos y de la eternidad. Además el círculo es un símbolo de la imagen ancestral arraigada en el subconsciente colectivo.
Pintar mandalas es un juego lógico muy popular que entretiene, divierte y desarrolla las habilidades lógicas y manuales de quien los realiza. El uso múltiple de los colores y sus variados niveles de dificultad permiten que pueda ser coloreado por personas de cualquier edad, además fortalece la creatividad.
Es una actividad que debe realizarse en un momento de paz y no debe imponerse. Se les aconseja a todos aquellos que padecen insomnio, tienen trastornos alimenticios, o están atravesando una depresión.
A la hora de pintar se ha de escoger una variada gama de colores y hacer todo lo que queramos con el mandala, para empezar es interesante combinar el blanco y el negro, después se introducen los colores primarios y complementarios, también se puede jugar con toda la gama de un color según los gustos estéticos e imaginativos.
La magia del color ha influido en los seres humanos desde la más remota antigüedad: el color del amanecer o de una puesta de sol, la clara luz del día...Rojo: Proporciona vigor y fuerza, aumentando la energía y confianza personales.
Naranja: Proporciona vitalidad, imaginación y sabiduría. Ayuda a lograr serenidad.
Amarillo: Proporciona optimismo y luz interior. Ayuda a combatir los malos pensamientos y los problemas en las comunicaciones o relaciones personales, así como activa la creatividad y la ilusión por la vida.
Verde: Proporciona equilibrio y renueva las energías corporales. Ayuda a tener paz, esperanza, amistad e incrementa la sensibilidad.
Azul: Proporciona paz y serenidad. Eleva el espíritu. Ayuda para hacer meditación y entrar en contacto con uno mismo, así como para la inspiración artística.
Índigo o Añil: Proporciona apertura mental y de espíritu. Ayuda a combatir los miedos y la timidez, así como a eliminar obsesiones del pasado.
Violeta: Proporciona intuición y eleva la espiritualidad. Ayuda a calmar el sistema nervioso y a equilibrar el funcionamiento de los órganos genitales. Potencia la actividad onírica y el contacto con otros mundos. Favorece la unión espiritual de dos personas.
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