JOSÉ BRETÓN Y LA ESPAÑA PROFUNDA


Al final lo que todos sabíamos y tanto temíamos se ha hecho realidad: Han aparecido los restos de Ruth y José, los niños de Córdoba.
Gracias a un informe externo encargado por la familia de la madre, realizado en las últimas horas corrobora que los estudios del antropólogo son ciertos y que los huesos hallados en una hoguera en la finca del padre no era de animales sino de los pequeños. Al parecer, los restos encontrados en la hoguera encontrada en la finca cordobesa de Las Quedadillas corresponden a los chiquillos desaparecidos el 8 de octubre de 2011 y por cuyo caso se encuentra su padre, José Bretón, en prisión.
Volvemos a lo de siempre: Ay, los malditos recortes... Como ya dije en una publicación anterior, si queremos justicia, tendremos que pagarla o en el peor de los casos confiar en la Justicia Divina.
Lamentable actuación de la policía científica de este país, de la que se decía que era la mejor del mundo. Ahora, habría que cuestionarse muy seriamente su eficacia.
Y, de paso, mencionar la lamentable ineptitud de la antropóloga forense que fue incapaz de distinguir entre los restos calcinados los huesos de unos niños de 2 y 6 años. Hay gente que todavía espera que la noticia se confirme, pero no creo que se necesite mucha tecnología y ciencia para distinguir los huesos de un perro y los de un niño.

Tratar con respeto esta tragedia es algo que se le debe a la MADRE, pero algunas cadenas privadas de televisión ya han batallado por dar la noticia en primicia y, otras, ya están montando un circo mediático con la noticia para explotar la tragedia como ya sucedió con los casos de Wannikopf y de las niñas de Alcàsser.



José Bretón : "Antes muerto que cantar".

Esto es lo que ha confesado a sus compañeros de prisión cuando se le ha preguntado dónde están sus hijos. Esta declaración evidencia que BRETÓN es un psicópata, o como mínimo padece un trastorno de personalidad en la variante de narcisismo extremo, incapaz de empatizar con nada ni nadie y capaz de realizar cualquier acto por execrable que sea sin el más mínimo remordimiento.

Creo que este caso sigue el mismo camino que el de Marta del Castillo y es que la justicia en este país deja mucho que desear.

Este triste caso se parece cada vez más a la Historia Interminable de los medios de comunicación y cadenas televisivas en pugna por conseguir cotas altas de audiencia y morbo por encima de la discreción y protección de menores, convirtiendo unos hechos dramáticos en un circo infame del que se nutre la prensa sensacionalista.

Espeluznante y frustrante por la falta de resultados quizá atribuible a una justicia tercermundista, empezando por el hecho de que al reo no se le puede obligar a declarar en su contra si este no quiere. De hecho, ni siquiera es punible si el acusado miente en sus declaraciones. Forma parte del derecho inviolable y universal a la defensa.

Un caso extraño y peliagudo, empezando por la actitud de la madre que se ha demostrado en varias ocasiones que miente; en su comportamiento aparentemente tranquilo, al principio; cuando se obstinaba en no dar la cara ante los medios de comunicación y una pariente, en representación de la familia, daba el parte de la desaparición de las criaturas siempre muy sonriente; o cuando paralizó una batida en la finca de los abuelos de sus hijos, dejando desconcertados a todos los vecinos ya que es difícil comprender cómo una madre puede pedir que no se busque a sus hijos. Quizá hubiera sido necesario ampliar la línea de investigación incluyendo a la madre y su entorno.

Hay que ser realistas, esos niños no aparecerán ni sanos ni salvos ya nadie se cree eso de que continúan vivos porque eso requeriría la colaboración necesaria de alguien, un cómplice, por propia voluntad, y por supuesto completamente indiferente a todo lo que está ocurriendo, pero responsable de un delito muy serio.

José Bretón, el único detenido por ahora por el caso de la desaparición de sus hijos y acusado de presuntamente haberlos matado. Es un hombre obsesionado con su mujer, con episodios de malos tratos físicos y psicológicos hacia su mujer y sus hijos.
Algunos maltratadores recurren a la violencia hacia sus hijos para hacer todo el daño posible a la madre.
Las motivaciones son el despecho y la pérdida de control y dominio sobre la mujer. Como pasa en nuestras escuelas, la violencia de género sólo engendra violencia hacia los débiles y lo que ha pasado con estos chiquillos es un ejemplo.

La única realidad en este extraño caso es que los chiquillos no aparecen y el único punto que sustenta la versión del padre es que los “perdió” en el parque. Las cámaras de seguridad graban a los niños en el coche cuando llega a la finca y, pasadas las 17:30, tras tirar la basura, las cámaras ya no detectan a los pequeños. Las reconstrucciones con muñecos no ayudan demasiado. Juez, fiscal y policías creen que los niños nunca fueron al parque Cruz Conde donde supuestamente se perdieron, y buscan a los niños enterrados por la finca y alrededores. Los niños no están en la finca.
En el momento que se produjo su detención los vecinos no daban crédito de la implicación de su vecino, una persona “honesta y trabajadora”, en la desaparición de los niños...

Ante un caso tan escabroso la cautela es imprescindible para evitar posibles errores jurídicos como sucedió anteriormente con el Caso Wanninkhof cuando en un ambiente de histeria popular creado por los medios de comunicación y en un juicio plagado de irregularidades por parte de las autoridades judiciales y policiales, Dolores Vázquez Mosquera fue declarada culpable por un jurado popular de la muerte de Rocío Wanninkhof quien había sido asesinada en octubre de 1999 cerca de Mijas (provincia de Málaga). Unos años después se descubrió el error al resolverse otro asesinato posterior, el de la joven Sonia Carabantes, en agosto de 2003 y descubrirse que el ADN del asesino de Sonia Carabantes coincidía con el ADN encontrado en pruebas del caso Wanninkhof..


En fin, Ruth y José, descansad en paz.

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