Morella es uno de los lugares más bellos de España, sus murallas centenarias, sus calles empinadas y su castillo en lo alto de un cerro, a más de mil metros de altitud, lo atestiguan.
Pero Morella no es solo un escenario medieval, es una ciudad donde la naturaleza y el paisaje urbano armonizan a la perfección. Pasear por sus angostas calles repletas de restaurantes, donde la gastronomía morellana se ha convertido en un arte, nos hace sentir la excelencia que produce la total simbiosis de cultura, sabiduría y folclore.
Morella ofrece la elegancia del Maestrazgo y su antigua tradición textil es patente en algunos de los pequeños comercios que abundan en esta pequeña población. Pequeños oficios artesanales cuyos descendientes han recuperado, como una buena muestra de la alta estima que profesan a las viejas tradiciones.
Morella nos abre sus murallas y su corazón a los visitantes que fascinados por su profunda historia, se encuentran con una ciudad que vibra llena de vida con sus fiestas populares y que han convertido sus calles porticadas en rincones de belleza.
La vida late en esta ciudad y llegar hasta el castillo que domina todo el pueblo puede convertirse en todo un desafío. Hermosas son las viejas piedras de esta fortaleza que imponente domina todo el pueblo. Una cuesta abrupta, antiguo camino de ronda, nos conduce hasta las mismas puertas del castillo. Visitarlo ofrece muchas satisfacciones porque ofrece una de las panorámicas más impresionantes del pueblo y alrededores.
Contemplar torreones coronados por almenas, barbacanas, troneras, cañones, etc... es decir, las típicas construcciones militares de otras épocas, nos evocan otros tiempos menos felices. Muchas civilizaciones dominaron estos lugares, santos caballeros, reyes, héroes y villanos contemplaron, edificaron y derribaron estas piedras.
Lugar donde se produce una fusión total entre el cielo y la tierra. El castillo en lo alto destaca protector e inaccesible. Morada indiscutible de los dioses...Y, de algún fantasma incapaz de abandonar nuestro mundo...
Contemplamos su perfil desde la lejanía y nos parece más misterioso y fascinante que nunca. Entre sus picos agrestes también surgió el silencio de los claustros, el de la piedra sagrada que reverenciada e idolatrada se convirtió en sublime en esta bella tierra...
Dejarse llevar por los cantos gregorianos de sus claustros e iglesias puede convertirse en una experiencia casi mística...Un rosetón que simboliza la "rosa de los vientos", se piensa que guarda cierta relación con los "Rosacruces".
Desde lo alto del castillo contemplamos la villa y comprendemos que el paso del tiempo ha protegido y conservado esta ciudad que aún mantiene intacta su alma medieval..
No hay comentarios:
Publicar un comentario