EL CRIMEN SATÁNICO DE ALMANSA




Los hechos que voy a relatar sucedieron en Almansa, localidad situada en el extremo más oriental de la provincia de Albacete, se adentra en el Levante, uniéndose a Alicante, Valencia y Murcia, ocupando el centro geográfico de las cuatro provincias.

Aunque no hay nada más grande que el amor de una madre, en España se dio todo lo contrario, una mujer asesinó, de manera brutal, a su hija de 11 años embarazada, según ella, del demonio. Fue el crimen que conmocionó a España y el considerado más horrendo de todos los perpetrados en nuestro país.

Los sucesos que rodean a este crimen brutal son muy fuertes, pueden herir la sensibilidad de los lectores y ponen de manifiesto la precaria distancia entre el curanderismo y la violencia criminal, saturada de ignorancia. Además evidencian la afición y credibilidad que las prácticas de curandería y espiritismo tienen en esta población. Cabe señalar que algunas consultas de conocidas curanderas de la población tienen más clientes que el ambulatorio de la localidad.

Rosa, que así se llamaba la criatura, tenía 11 años fue asesinada durante el transcurso de un exorcismo realizado por su madre y dos mujeres el 18 de Septiembre de 1990. Las asesinas alegaron que actuaron por el bien de la niña ya que estaba embarazada del diablo.

Rosa Gonzálvez era la respetada sanadora de un pequeño pueblo de la mancha que tenía fama de curar la enfermedad del cáncer y otros dolores en una tierra cuya principal riqueza se basa en la industria del calzado, y sin embargo es donde existe una gran tradición esotérica prueba de ello es la gran existencia de consultorios de espiritistas y curanderos que actúan por la zona. Rosa, “Hermana de la luz” se creyó una iluminada, tocada por un don especial que la empujó a convertirse en la exorcista del pueblo y todo parece indicar que cosechó algunos triunfos. Hasta que un día el padre de uno de los niños a los que había sometido a un exorcismo,descubrió y puso en evidencia sus métodos poco ortodoxos. El padre intentó arrebatarle a sus hijos pero no lo consiguió ya que la locura de Rosa y sus vecinas estaba totalmente descontrolada. Tras varios forcejeos consiguió llevarse a los niños.

Era el día 16 de septiembre de 1990. Rosa sigue con su rutina diaria, pero esta vez se encuentra más acompañada, Mª Ángeles, su hermana, el marido y su cuñada y una vecina se han unido al macabro grupo. Contagiándoles su fanatismo religioso y su esquizofrenia inicia con ellos un extraño ritual en el que no faltan rezos, gritos y un simulacro de exorcismo con invocaciones espirituales destinadas a la expulsión de los demonios y malos espíritus.

Por la tarde, descansan, pero por la noche reanudan la sesión, Rosa y sus vecinas Mª Ángeles y Mercedes. Un delirio orgiástico domina a las tres mujeres en lo que pretende ser una sesión de espiritismo, cuando el propio marido de Rosa llega a casa y encuentra a las tres mujeres danzando desnudas y recubiertas de excrementos. Cuando es descubierto se abalanzan todas sobre el pobre hombre y es obligado a que limpie la habitación.

La hija de Rosa, una niña de 11 años, es despertada en la madrugada del 18 de septiembre de 1990 por mandato de la madre cuando la chiquilla dormía profundamente. Tras desnudarla la dejaron en el suelo aterrorizada y tiritando de frio, para, según ella, hacerle un bien, pues aseguraba que la pequeña estaba embarazada del diablo. Una de las mujeres se compadece de la niña y recela del ritual por lo que se niega. Rosa cree que el demonio se ha metido en el cuerpo de su vecina y con violencia la golpea y le mete los dedos en la boca con violencia para que expulse al demonio que lleva dentro. Cuando la vecina comienza a sangrar profusamente Rosa se desentiende de ella porque piensa que el ritual satánico ha surtido efecto y, entonces, dirigiéndose hacia su hija comienza a golpearla con brutalidad pensando que así expulsará el diablo que lleva en el cuerpo.

A partir de este momento, Rosa se encarnizó esta vez con su propia chiquilla golpeándola y chillándole que el diablo que poseía antes a Mercedes estaba ahora en su cuerpo, y con estos gritos el padre se dio por enterado y acudió a la habitación para rescatar a la niña. De nuevo la histeria de Rosa y Mª Ángeles consiguió que sacaran fuerzas brutales y consiguieron expulsar de nuevo a un apaleado marido que salió corriendo a la calle en busca de más ayuda.
Durante el exorcismo, colocaron a la niña en una cama y se dedicaron a destrozar el mobiliario de la habitación, cagaron, mearon y rompieron cristales, y ambas se revolcaron en aquel suelo peligroso y sucio. Los gritos asustaban a la niña pues le decían que estaba "embarazada del Diablo".
La niña sufrió lo indecible. La pequeña Rosa Gonzálvez falleció a primeras horas de la madrugada después de que su madre, una tía carnal y dos vecinas, hermanas entre sí, la sometieran a un ritual satánico y le extrajeran los intestinos con las manos. Para Rosa, los órganos eran demonios, y su esquizofrenia, un don de Dios que ayudaba a salvar vidas de los malos espíritus.

Los vecinos de la vivienda de la calle de Valencia número 4 de Almansa, donde ocurrieron los hechos, alertados por los gritos de la pequeña, avisaron a la policía, que detuvo a tres de las mujeres y confirmó la muerte de Rosa, la niña, que falleció desangrada. El forense confirmó que a la niña le habían extraído los intestinos por la vagina y había muerto por un choque hipovolémico o shock hemorrágico. "El cadáver carecía de signos externos de violencia", afirmó en una nota oficial el juez de Almansa, después de la autopsia a la que fue sometida por el médico forense, el doctor Gómez Sáez.

Como si se despertaran de pronto, se percataron de los crímenes que habían cometido y trataron de huir, pero gracias a Dios la Guardia Civil las detuvo.


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