NOSOTRAS Y LOS FANTASMAS DEL PAÍS CÁTARO V


Finalizada la visita del horreum, que ha sido muy interesante, nos dirigimos hasta la Plaza del Ayuntamiento, nuevamente, tratamos de orientarnos porque queremos ver los vestigios de la Vía Domitia y sólo sabemos que es accesible desde el centro de la Plaza del Ayuntamiento, y, es en este momento cuando somos más conscientes que nunca de los 20 siglos de historia que nos contemplan y que constituyen los cimientos de esta ciudad y del mundo que contemplamos.

Ante nuestros ojos se abre la gran Vía Domitia, vestigio de la primera calzada europea de la humanidad, construida en la Galia hacia el año 120 a. de C., por el procónsul Cneo Domitio Ahenobarbus, dos años antes de la fundación de la colonia Narbo Martius, la actual Narbona, primera colonia romana en la Galia.

La Vía atravesaba la ciudad de Norte a Sur pasando por el Foro, la actual "Rue Droite" y por la actual Plaza del Ayuntamiento.

Ésta conectaba la Italia y la España romanizada. En Narbona se cruza con la Vía Aquitania, abierta en dirección al Atlántico por Toulouse y Burdeos.

Sus restos se han descubierto recientemente en el 1997 con ocasión de los trabajos realizados para convertir la Plaza en peatonal. Presenta una parte de la Vía enlosada con piedra calcárea dura, marcada con profundos surcos. Bordeada por una acera con una fuente. En este punto, la vía sale en dirección al puente romano de numerosos ojos que atraviesa el río Aude.

Queremos contemplar la panorámica de toda la ciudad de Narbona y para ello lo más acertado es subir a la Torre de Giles Aycelin, pero el folleto indica que son 162 los escalones que hay que superar y nos lo pensamos, pues las agujetas pesan mucho y todavía están presentes. Pero, ni agujetas, ni nada, somos inasequibles al desaliento y decidimos subir a la terraza. Empezamos muy airosamente la subida gastando algún que otro chascarrillo y hasta nos sobran energías. Pero, conforme nos acercamos al final, estamos reventadas y de vez en cuando hacemos una parada obligatoria para recuperar el poco aliento que nos queda. El último tramo lo hacemos casi a rastras y con la lengua fuera. Una vez en la terraza nos sobra toda la ropa que llevamos puesta. Y, cuando recuperamos el resuello disfrutamos de la panorámica excepcional de la ciudad con los muelles del Canal de la Robine como principal protagonista de este paisaje urbano en el que los principales edificios de la ciudad parecen querer rozar los cielos con sus azoteas.

Ya ha llegado la hora de comer y hemos pensado en hacerlo en Espace Liberté, una macrosuperficie dedicada, como su mismo nombre dice, exclusivamente al ocio y a las actividades lúdicas y deportivas.

Se encuentra aproximadamente a unos 10 m. de Narbona y se accede por la Autopista A-9 en la salida Narbona sur, siguiendo la carretera a Perpignan.

Aparcamos en una amplia zona destinada a tal fin y nos encaminamos a la Cafetería Libertad.

El complejo reúne en su conjunto piscinas, boleras, skating, cafetería, etc…. Una gigantesca pirámide de vidrio da acceso a las piscinas climatizadas a 29º c., alegran la vista los jardines acuáticos, los toboganes, los baños termales y otros muchos juegos de agua aptos para niños y adultos. En el exterior una piscina olímpica climátizada a unos 27º durante unos ocho meses y donde acuden a entrenarse regularmente equipos mundiales de natación. Con un tobogán de unos 85 m. de descenso para aventureros deseosos de liberar adrenalina.

Si lo que te gusta es el patinaje sobre hielo, esto es un paraíso, Espace Liberté no te defrauda ya que dispone de una gran pista de hielo. Y, es una gozada ver a la juventud evolucionar sobre las pistas realizando malabarismos y cabriolas imposibles tratando de emular a los campeones del patinaje artístico.

No falta una bolera abarrotada de jóvenes con ganas de disfrutar en las 12 pistas muy bien equipadas de que dispone el complejo que se supone abierto a todo el mundo.

Tras este breve vistazo a todas las actividades que acoge este lugar nos encaminamos a la Cafétérie Liberté y su Buffet a volonté, o buffet libre. Este lugar es un auténtico paraíso para la gente que disfruta comiendo y no tiene altura. Aquí te pones las botas.

En este Buffet sólo se puede coger un plato, pero qué plato, digno de Pantagruel, puedes escoger todo lo que quieras entre más de 100 platos. Pero, te ponen una condición te tienes que comer todo lo que elijas en el plato, es más para que no haya dudas te lo advierten en todos los idiomas, hasta en chino, ya que no quieren desperdiciar la comida.

El Buffet se encuentra instalado debajo de una gran vidriera y por medio de una decoración vegetal creada a base de plantas verdes ornamentales que utilizan para crear diferentes espacios en el interior de la construcción de cristal.

Nos adentramos en el interior de la cafetería buscando una mesa amplia donde sentarnos. El mobiliario del local es de jardín y el estilo decorativo interior me parece de tipo colonial muy recargado, con exuberantes plantas verdes, glorietas de hierro forjado con plantas trepadoras, grandes maceteros con plantas interiores con el que se intenta crear distintos ambientes en el interior. Terrazas exteriores donde no falta ni una fuente. Rincones dedicados a los niños donde se representa una villa africana para que jueguen.

Los platos se exhiben en grandes mostradores ante nuestros ojos y nos despiertan el apetito, nos sentamos en una zona que representa un cenador de hierro forjado con plantas trepadoras.

Nos encontramos a gusto, hay un buen ambiente, tan sólo nos llega el rumor amortiguado de las voces de los otros comensales que se encuentran en el local, aisladas, casi solas ya que es un lugar resguardado que nos permite cierta intimidad a la hora de hablar de nuestras cosas.

Con la exuberancia de la comida que se nos muestra ante los ojos se nos abre el apetito y como en estos lugares públicos los hurtos están a la orden del día decidimos hacer dos turnos para servirnos los platos. Primero van Carmen y Laura y tienen que guardar un tiempo hasta que les llegue su turno.

Al final, aparecen nuestras amigas con sendos platos y sólo con verlos no nos podemos aguantar la risa y estallamos en carcajadas, ya que no pueden ser más exageradas. Se han tomado al pie de la letra lo del menú pantagruélico y sus platos me parecen las pirámides de Egipto. Ellas, cuando ven nuestras risas, se miran y comentan: -"Me parece que nos hemos pasado"-. Y, tanto, que se han pasado, pero un día es un día.

Sus menús constan de varias capas, de sucesivos platos, superpuestas. La base inicial consta de una atrayente ensalada niçoise cuyos ingredientes son lechuga, judía verde hervida, huevo duro, tomate, anchoas, olivas y como condimento lleva una salsa a las finas hierbas. La siguiente capa consta de patatas fritas y carne empanada, completando el menú con una especie de pizza, pero sin queso gratinado por encima. Y, coronando este exceso gastronómico, un apetecible postre que lleva crema pastelera y frutos del bosque, como bebida han escogido agua mineral.

Los platos de nuestras amigas serían idénticos, sino fuera porque Laura ha omitido las patatas fritas porque engordan y ella está de régimen.

Sólo con ver sus platos suculentos ya me ruge el estómago y no tardamos en ir en busca de nuestra ración. Cuando nos toca el turno tenemos que esperar un poco ya que se ha formado una cola impresionante. La paciencia es algo que en estas ocasiones no nos acompaña y menos cuando tenemos tanta hambre; pero, poco a poco, avanzamos y nos vamos acercando hasta los mostradores donde se exhiben todos los platos cuya sola presencia y contemplación ya alimenta. Tanta comida nos confunde y casi que perdemos el poco juicio que nos queda al ver la gran variedad de platos cocinados que se ofrecen a nuestros ojos y elegir para nosotras se convierte en un problema.

Así que Antonia y yo decidimos coger de todo un poco y cuando nos damos cuenta comprendemos que nuestros menús no tienen nada que envidiar a lo que han escogido ellas. Cuando hemos acabado de elegir nos dirigimos con nuestro banquete hacia la mesa donde se encuentran nuestras amigas que se ríen con ganas al vernos.

Nosotras escogemos la misma ensalada niçoise, pero en lugar de la pizza, que nos parece un poco sosa sin el queso, escogemos la quiche Lorraine, especie de tartaleta o souffle de queso y bacón. Este plato oriundo de la región francesa de la Lorena nació hace unos cuatrocientos años; y, en un principio, no se utilizaba el queso en su composición, este ingrediente se añadió posteriormente.

Entre bocado y bocado soltamos la lengua y comentamos los incidentes de la mañana y el plan para la tarde. Al final acordamos visitar la Reserva Africana de Sigean y, luego, nos acercaremos hasta Gruissan y el Abismo del Ojo Dulce y su fama de lugar maléfico.

Comentan que en el fondo les duele no haber realizado el crucero y pienso que son sinceras ya que tienen fijación con los hombres guapos y no sólo ellas; en general, todas las amigas que tenemos padecen el mismo mal, pecan de ser muy selectivas, buscan la perfección física en el hombre y así les va de bien. No es el atractivo físico lo que hay que buscar, sino el espiritual.

Acabamos de comer, nos tomamos un café y salimos en dirección a la Reserva Africana de Sigean, cogemos la Autopista que nos lleva desde Narbona hasta Perpignan, salimos en Sigean, vamos siguiendo los carteles "Reserve africaine " y tras dar más vueltas que un molino y perdiéndonos, como es costumbre en nosotras, nos damos cuenta que la Reserva no se encuentra precisamente en la ciudad, sino a unos 6 km en dirección a Narbona.

Bajo la ventanilla del coche para aspirar el aroma salobre del mar que ante mis ojos se muestra de un rabioso color azul. También, inspiro la fragancia de la lavanda y las flores aromáticas que crecen silvestres a la vera del camino. Observo una vegetación mediterránea que se desarrolla libremente en los lugares no cultivados, campos de olivos, encinas, jaras, enebros, alternan con el tomillo, el romero y enriquecen el paisaje con sus coloridos y fragancias.

Contemplando estos lugares tan cuidados y protegidos cuesta imaginar que esto en otro tiempo fuese una inmensa ciénaga infectada de mosquitos y foco de enfermedades.

El complejo se encuentra situada a unos 15 km al sur de la ciudad de Narbona y fue construida en lo que comprendía un entorno natural no urbanizable, con una flora integrada por garriga alternada con cultivos de viña y una fauna que intentaban preservar.

La reserva africana de Sigean se extiende en 300 hectáreas de zonas naturales y de cerros calcáreos. Se encuentra a una hora de la frontera española, a 50 km al Norte de Perpignan, a la orilla del estanques de Bages-Sigean cerca del mar Mediterráneo. Acoge a más de 3000 animales, la mayoría africanos, repartidos en 160 especies y permite la observación según los diferentes momentos del día y del año.

Estos están distribuidos por secciones con una gran extensión de territorio, con grandes medidas de seguridad, en función de su peligrosidad. Pueden ser observados sin perturbar su comportamiento. Junto con la entrada entregan un folleto con todas las consignas de seguridad a seguir: no correr, no gritar, no tocar y coger a los animales, ni darles de comer.

Por su situación en el camino de las migraciones de las aves, desde el punto de vista biológico es muy productiva: es refugio internacional para más de 125 especies de aves migratorias y el habitat para una variada flora y fauna. Aquí pueden encontrarse diversos tipos de vegetación: de suelos salinos(juncos marinos, lirio azul…), de arenales(la grama de playa y la arenaria, una robusta gramínea que fija las dunas…) , de marjales y canales (el carrizo, el junco de laguna y el bosque de ribera con sauces, álamos…) y de lagunas (numerosas plantas sumergidas o flotantes, como las lentejas de agua que no hay que pisar pues los efectos óptico son impresionantes y, por último, los ranúnculos acuáticos.

La visita comprende una parte en coche y otra a pie y el tiempo medio de visita es de unas cuatro horas.

Para una visita detallada de la reserva es preciso tener un mapa de referencia que proporciona la misma reserva, con indicaciones de los lugares de observación más importantes, así como la ruta a seguir. Hay que tener en cuenta que sólo se puede transitar por los lugares señalados, bajo ningún concepto se deben improvisar itinerarios y al ser posible en compañía de otros vehículos sean conocidos o no. También aconsejo que hay que calzar zapato cómodo y prismáticos para observar a las aves.

Empezamos el recorrido de la reserva en coche, formando parte de una comitiva de unos cuatro o cinco coches que en fila india y con una marcha muy lenta se va adentrando en las entrañas de esta reserva africana.

Dentro del coche las cuatro vamos muy silenciosas y no gastamos bromas, pues estamos expectantes ante lo que nos espera ya que hemos penetrado en una sección donde las medidas de seguridad son extremas: unas vallas muy altas y unos extraños artilugios en el suelo que se levantan como impulsados por un resorte y que obligan al coche que entra a reducir la velocidad cuando pasa por encima de ellos.

Estamos en el recinto que ocupan los Osos del Tibet conviven y parece que en perfecta armonía con los Buitres. Estos últimos reposan su impresionante envergadura física en lo alto de un cobertizo adoptando divertidas posturas y descansando bajo el sol, completamente indiferentes a los curiosos que se acercan, por el sendero, en sus vehículos.

Los Osos del Tibet son una especie en peligro de extinción en su área asiática y han conseguido que se reproduzcan en una extensión de terreno de unas 10 hectáreas situada en una parte baja del parque. En el centro, existe un estanque de agua salada que utilizan para bañarse cuando hace calor.

Las tierras emergidas presentan un alto grado de salinidad dando una vegetación halófila que gusta mucho a los osos.

El cobertizo donde retozan los Buitres son los restos de un antiguo granero de sal donde compraban la sal sometida al impuesto hasta la Revolución Francesa.

Por fin penetramos en la zona de los leones, donde las medidas de seguridad son aún más reiterativas.

Los vehículos que nos preceden se han detenido tratando de localizar al rey de la selva, y hacerle la correspondiente foto, pero es difícil localizarlo, pues se mimetiza totalmente con el entorno que le rodea; pero, al final distinguimos a las terribles fieras tumbadas al sol durmiendo la siesta, y espantando moscas con el rabo. Nos quedamos un poco decepcionadas, pues nos habría gustado que merodearan en torno al coche, para poder verlos de cerca.

La manada de los leones está formada por un grupo bastante numeroso entre machos, hembras y cachorrros. Estas fieras están bien alimentadas y no necesitan comerse a ningún turista, se les nota en que presentan un aspecto de lánguida placidez y relajación; pero, ¡ojo!, aunque por su inmovilidad parezcan de pega, no dejan de ser salvajes y son tan depredadores como en su habitat natural. Además, no hay noticias de que se hayan comido a ningún turista demasiado "valiente", pero, en fin, yo no pondría la mano en el fuego.

Hay estanques, pero sólo los utilizan las aves ya que los leones no se suelen bañar.

Seguimos el circuito señalizado y penetramos en el área donde han reconstruido la sabana africana que se extiende a lo largo de una superficie de unas 15 hectáreas en un espacio que se inunda plantado de viñas. Ésta está dividida en dos partes con paisajes diferentes.

Por un lado tenemos una zona de altas hierbas y pequeños arbustos en la que campan a su gusto los Rinocerontes, Marabús, Grullas Coronadas, Antílopes de zonas pantanosas del África Ecuatorial.

En un estanque que hay a la izquierda de la carretera acuden cigüeñas, Ibis, etc…

Una zona de hierbas bajas rodeadas por un grupo de plátanos aquí crían los Antes, las Cebras y los Avestruces.

Estas últimas son muy traviesas y vivarachas, las cuales se muestran al acecho de un turista descuidado que atrevido ha bajado la ventanilla de su coche, ellas con mucha rapidez introducen la cabeza en el interior del coche para apropiarse con ligereza de algo brillante, sin que apenas te des cuenta.

Las Cebras retozonas y juguetonas muestran su vivacidad dando brincos y correteando en manada en torno a nuestro coche.

Los Antes merodean alrededor de nuestro coche mostrándose muy sociables, pero lo que buscan es comida, uno de ellos, el de mayor tamaño, se aleja de su manada y se acerca a nuestro coche y cuando menos lo esperamos saca una lengua enorme y da un lametazo en el parabrisas del coche dejando un rastro de baba en el cristal.

Laura se ha librado por los pelos de la húmeda caricia del Ante porque se ha entusiasmado mucho al ver a los animales en libertad y ha estado a punto de bajar la ventanilla para ver y tocar al animal, pero Carmen la ha prevenido y ha desistido del intento.

De todas formas el momento ha sido tan divertido que Antonia no ha podido resistir la tentación de hacer una instantánea para inmortalizar el momento.

Hemos llegado al final del recorrido del parque en coche. Y, lo primero que presenciamos a la izquierda, unos pequeños monos arborícolas de América del Sur que, como su mismo nombre indica, viven en los árboles. Estos utilizan la cola para desplazarse de un lugar a otro. Constantemente hacen gracias y emiten grititos. Su espacio es forestal y están protegidos mediante unas vallas muy altas y así evitan que estos animales tan sociables se mezclen con la gente. Vamos bajando por el sendero que discurre entre los árboles y los monos no nos quitan la vista de encima y resulta casi cómico ver cómo nos van siguiendo sin dejar de hacer "monadas" constantemente. Nosotras permanecemos indiferentes a sus gracias ya que son trepadores y nos tememos que si les hacemos caso trepen por la valla y se salgan de su recinto. Y, tampoco me satisface demasiado la idea de salir de la reserva con un mono de estos agarrado a mi cuello.

En la zona existe un restaurante y por los alrededores se pasean con total tranquilidad unos preciosos pavos reales. Uno de ellos, me parece que es albino por el color blanco que lucen sus plumas, es un precioso ejemplar que se mantiene apartado y evita al público. En cambio, el otro, también de bello plumaje, parece sentirse atraído por la gente y no escatima en mostrar la exuberancia de su cola, que nos muestra en todo su esplendor como si se estuviese luciendo ante nosotras. Presume y con razón esta ave tan preciosa, que en estos momentos nos mira con fijeza al vernos con la cámara en ristre y dispuestas a hacerle una foto, parece que está posando para nosotras y claro está no podemos desaprovechar tal oportunidad.

Seguimos bajando y llegamos hasta las Tortugas, habitan en un arroyuelo y son más visibles cuando toman el sol en la orilla. Como es natural hacen las delicias de la chiquillería que es el público más numeroso que tienen. Un hombre que tiene la pinta de pertenecer a la seguridad del parque vigila a los chiquillos de cerca, y, es que me parece a mí que más de uno ha debido de tener la tentación de meterse una tortuguita de éstas en el bolsillo.

A mano derecha del Restaurante se encuentran los Dromedarios y a continuación los Elefantes que situados frente al público parecen reclamar comida con la trompa erguida.

En nuestro paseo a pie, encontramos una Laguna cuyas orillas son la prolongación hacia el Este de la zona de las antiguas salinas ya encontradas en la zona de los Osos y los Leones. Un camino que rodea la Laguna nos conduce hasta un bello mirador que permite la observación de las aves.

En el Oeste de la isla se encuentra la zona de reproducción y aclimatación de los Flamencos. Los Pelícanos de espalda rosada sobrevuelan por el cielo de la pequeña isla artificial y anidan al final del verano sobre una construcción de ramas en medio del agua.

Mientras que en la orilla opuesta anidan otras naves. Continuando por el camino llegamos al recinto de los Marabús y de los Impalas.

Llegamos a la zona que representa la llanura africana que alberga a los avestruces y a más de un centenar de antílopes originarios de las regiones de sabanas africanas:Antes, Impalas, Blesboks, Kobs, Gnus, Springboks o gacelas saltarinas y Oryx o antílopes.

En el Terrarium se exhiben reptiles y la época más interesante para observarlos es, dicen, desde el otoño hasta la primavera, porque es cuando tienen sus crías.

Éste acoge a Cocodrilos, Pitones y un importante grupo de Tortugas con orejas rojas, convertidas desde hace unos 20 años en animales de compañía en algunos países.

Llegamos a una zona lacustre donde se recomienda guardar silencio, porque en él se encuentran los cisnes, las Ocas y los Patos y pensamos que es un lugar idóneo para hacer las fotos.

Volvemos a rodear la Laguna: pasando delante de la isla de los Pelícanos. Son unos 20 ejemplares.

A la izquierda del Lago existe el lugar de nidificación de las cigüeñas migratorias y sedentarias. Observamos su magnífico vuelo en el cielo. Hacemos algunas fotos de ellas durante su vuelo.

También hay que guardar silencio cuando observamos muy de cerca a los Ibis sagrados y sus hábitos alimentarios de reproducción.

Continuamos por el camino que rodea la Laguna, hasta el observatorio que hay delante de la isla de los Flamencos.

Cuando llegamos a la zona donde se encuentran las Jirafas los pies ya no los siento . Y, cuando tenemos que subir por un cerro, las agujetas se vuelven algo insoportable; pero seguimos adelante, el esfuerzo merece la pena nos encontraremos con los traviesos Canguros que dominan la parte alta de la Reserva, sólo podemos verlos a través de una abertura que hay en la pared de un bar.

Subimos por una pasarela que hay junto al bar y accedemos a la isla de los Chimpancés. Podemos observarlos desde tres puntos de observación.

A la izquierda de la anterior pasarela encontramos a los Guepardos, y, a la derecha a los Lycaones, depredador terrible de la sabana africana. Desde aquí se obtiene una de las panorámicas más bellas del parque.

Acabamos la visita y nuevamente en el automóvil, nos dirigimos hacia Gruissan, el país cátaro marítimo, la población se encuentra a 30 km de la ciudad de Narbona. Relativamente cerca, en poco menos de una hora, nos colocamos en este bello lugar cuyo mayor atractivo es que, a parte de ser un enclave cátaro, también tiene una historia muy arraigada de piratería como atestigua los restos del viejo castillo de Barbarroja situado en una pequeña colina que domina toda esta vieja ciudad y que a estas horas de la tarde encontramos desierta y tranquila.

Callejeamos por esta vieja población inhalando el aroma del mar, escuchando el armonioso graznido de las gaviotas plateadas y aunque la fresca brisa del mar nos despeja la cabeza, el cansancio y las agujetas no perdonan y no podemos con nuestra alma ya que esta es la hora de la siesta y daría el mundo entero por echarme un ratito y dar una cabezadita, pero veo a mis compañeras de viaje, incansables y me da vergüeza confesar que no puedo con mi alma.

Esta ciudad rinde homenaje a este azote de los mares porque en el siglo XVI Barbarroja se atrevió a capturar dos naves cargadas de suntuosas riquezas que pertenecían al Papa de Roma. A los hombres del Papa no les hizo gracia la hazaña del pirata y se empeñaron en darle caza y muerte. Barbarroja con la intención de retrasar a sus seguidores fue dejando un rastro de piedras preciosas y joyas, pero, sus perseguidores eran más listos de lo que él creía y no se dejaron engañar así que acabaron dándole caza, y, finalmente, acabaron con este pirata conocido por su imponente barba roja.

Bella ciudad que se encuentra entre el macizo de la Clape y el mar mediterráneo. En la lejanía parece que emerge de las aguas azules del Mediterráneo como una isla rodeada de canales naturales y estanques, que padecen los rigores de las mareas del Mediterráneo, entre los que discurren carreteras solitarias con destino desconocido, inmensos humedales y marismas que se pierden en el horizonte y caminos que atestiguan la presencia humana en estos lugares. Paraíso ornítológico para todas la aves que en sus movimientos migratorios anidan en toda la línea costera que delimita el Golfo de León.

También queremos visitar el Abismo del Ojo Dulce porque es una curiosidad geológica excepcional, nada menos que un brazo de mar en el interior, en el monte, que más se puede pedir para los amantes de la naturaleza, mar y montaña unidos en un paraje de excepcional belleza.

Este lugar no está muy accesible y espero que no nos cueste encontrarlo, de todas formas si vemos que no damos con él preguntaremos a alguien.

Nos encontramos en ruta en dirección a Narbona, hacia el Abismo del Ojo Dulce, la carretera por la que circulamos discurre entre pantanos, canales de riego, zona de pastoreo de rebaños de vacas y caballos, delimitados por setos. Dejamos atrás el Canal de la Robine con sus riberas bordeadas de árboles que se asemeja mucho al Canal del Midi en las curvas que describe el canal, y, sobre todo en ese color esmeralda que tanto caracteriza al Canal. Una rica fauna ornitológica anida en sus cauces y en sus aguas lucen armoniosos cisnes, flamencos y garzas como un magnífico regalo para el visitante más exigente.

Después de dar más vueltas que un molino tratando de encontrar el cartel con el desvío hacia el dichoso Abismo del Ojo Dulce, éste no aparece por ninguna parte. Optamos por preguntar a una pareja de mediana edad que pasea tranquilamente por un sendero que muere en un picadero.

Carmen aparca y somos Laura y yo las que nos aproximamos a estas personas que parece que aligeran el paso aumentando la distancia entre ellos y nosotras cuando ven que nos acercamos. No nos extraña ya que vivir en estos tiempos tan hostiles es cada vez más difícil y les comprendemos perfectamente. Cuando les alcanzamos hacemos uso del escaso vocabulario en francés que poseemos. Una vez superando el temor inicial y dándose cuenta que en realidad somos unas inocentes turistas que el único mal que han hecho es perderse, se detienen y nos miran inquisitivos. Tras el saludo inicial el ambiente se relaja ya que el hombre nos contesta en castellano con una sonrisa, a nosotras es normal que nos pasen estas cosas, en Grecia, nos acercamos a un quiosco y resulta que el dueño era de Castelldefels; en otro viaje, en Suiza, en las cataratas del Rin, resulta que el matrimonio que regentaba el restaurante también eran españoles. Siempre que se produce esta situación nos alegramos y comprendemos que verdaderamente ya no existen fronteras y aquí donde nos encontramos menos que nunca ya que es la Cataluña Francesa.

Resulta que es un matrimonio murciano que en la década de los ochenta vinieron a la vendimia y tanto les gustó esta tierra, tantas eran las nuevas oportunidades que se les presentaron que no dudaron, cogieron sus bártulos y se vinieron a vivir aquí.

Tras la charla nos indican que no íbamos tan descaminadas y que el desvío hacia el Abismo del Ojo Dulce se encuentra justo detrás de la cerca donde pastan los caballos. Tras la despedida nos dirigimos hacia el coche y allí nos esperan ansiosas Carmen y Antonia, les relatamos toda la historia y les hace gracia. Carmen comenta que el mundo es un pañuelo,y, la verdad es que no puede ser más acertada.

Tomamos el sendero que nos ha indicado el matrimonio y vemos que es una pista asfaltada de montaña, en bastante buen estado, tras circular algunos metros, quizá demasiados, llegamos a una especie de explanada de donde parte el sendero que conduce hasta el Abismo.

El camino que seguimos no es especialmente complicado, salvo algún que otro guijarro que se me clava en la planta de los pies y me hace ver las estrellas. Siento una agradable sensación cuando aspiro el aroma de las plantas aromáticas que crecen silvestres en este lugar, me pasa por la cabeza coger algún ramillete de tomillo con el que hacer alguna infusión en casa, como si me comunicara con Antonia mentalmente veo que es ella la que ha cogido un manojillo de tomillo en flor y se lo guarda en la mochila. Carmen y Laura no tardan en imitarla.

Es un lugar muy concurrido por ciclistas que por lo accidentado del terreno no suponen ningún peligro, entre otras razones, porque debido al esfuerzo que hacen van que no pueden y poco les falta para ir con la lengua fuera. Cuando ya llegamos a nuestro destino nos rebasa una familia de ciclistas encabezada, me parece, por el padre, de cerca le siguen la madre y un hijo de unos 10 o 12 años; el otro, más pequeño también en su bici, va directamente conectado a la del padre por medio de una especie de cordón umbilical metálico que aunque a nosotras nos hace mucha gracia, ya que es la primera vez que vemos tal artilugio, al niño parece no hacerle ninguna ya que lleva un berrinche de mil demonios.

Nos dejan atrás y nosotras llegamos hasta la cima, un lugar precioso desde el que se domina una magnífica panorámica de todos los estanques y canales que rodean las pequeñas poblaciones de la costa que ahora me parece que estarán durmiendo la siesta, pienso con envidia.

El Abismo del Ojo Dulce es una gigantesca sima de altos acantilados de unos 40 metros de altura de piedra caliza y en el fondo se observa una extensión de agua verde esmeralda. En principio los geólogos opinan que esto que tenemos ante nuestro ojos es un brazo de mar que ha surgido en la montaña. No encuentran la explicación a tal hecho, constituye un auténtico misterio….

Este lugar tan precioso goza de una reputación maléfica y cuenta la voz popular que es un sitio que escogen muchos suicidas para acabar con su vida. Esta maldición le viene de lejos, comentan que ha desaparecido gente que se bañaba tranquilamente en sus aguas como si se las hubiese tragado la profundidad del abismo y de los que no se ha vuelto a saber nada. Aunque se prohíbe el baño en el lugar, los turistas ajenos a las supersticiones no pueden resistir la atracción que ejercen estas aguas misteriosas y se sumergen, tranquilamente en ellas, ignorantes o indiferentes a las habladurías que circulan sobre este lugar.

Y, en verdad, desde donde yo me encuentro la atracción de abismo ejerce una fuerza misteriosa que me inquieta sobre todo cuando veo que mi hermana se aproxima al escarpado abismo en busca de la foto que inmortalice la belleza del lugar.

La formación de este fenómeno también encierra su misterio ya que la gente comenta que se produjo un estruendo descomunal, en realidad un cataclismo, comenzó como un rugido que brotaba del interior de la tierra, posteriormente, se produjo una explosión gigantesca que abrió la tierra y de su interior brotó el agua que tenemos ante nuestros ojos y que es con toda seguridad un trozo de mar.

Desde la cima y en la lejanía contemplo maravillada la serena placidez que desprenden todas las playas de la costa tan distinta al aspecto que deben presentar en el verano cuando se dan cita en estos lugares un bullicioso enjambre de turistas que la modernidad ha transformado en adoradores incondicionales del sol.

Es raro encontrar en esta época del año el agobio de un turismo integrado por bañistas indolentes que durante el día se pasan las horas eternas tostándose inmóviles e impertérritos como un chicharrón bajo el sol y por la noche mueven sus palmitos requemados al son de viejos ritmos infernales en ruidosos antros discotequeros y bares de copas tan de moda en nuestro tiempo.

¿Será por ignorancia, estupidez o simplemente despreocupación?. Lo cierto es que estos modernos adoradores del sol no parecen inquietarse ante el agujero de ozono y mucho menos con la creciente proliferación del cáncer de piel que a nosotras tanto nos asusta. Cuando contemplo sus cuerpos yacentes desprovistos de cualquier energía sólo veo en ellos a los individuos que representan un tipo de sociedad que ha escogido una vida inútil que sólo rinde culto al cuerpo.

Nosotras jamás tomamos el sol de esta manera tan suicida ,y, disfrutamos como nadie de los placeres que ofrece, por eso nunca nos ponemos "negras". Y, cuando de una manera ocasional te encuentras con una conocida que suele ser una auténtica entusiasta de pasarse horas y horas tumbada bajo el sol como las lagartijas y te dice con un tonillo socarrón ¡Qué blancuzcas estáis!. ¿Es que no vais a la playa?. Nosotras siempre contestamos lo mismo: Que solemos ir a última hora de la tarde cuando los rayos del sol pierden todo su poder y sólo queda un delicioso reflejo sobre el mar, entonces merendamos, refrescadas por la brisa marina y nos relajamos escuchando música, leyendo, o, simplemente dedicándonos a escuchar el suave murmullo de las olas cuando rompen en la orilla hasta que cae la noche y con ella la soledad.

El cielo crepuscular parece que agoniza derramando chorros de sangre sobre el Languedoc. Hacia el final de la tarde las nubes se van haciendo más oscuras, más pequeñas, y, el cielo adquiere un color azul más profundo. El relieve del macizo de la Clape de espaldas a la puesta de sol refleja los desiguales destellos de color rojizo que emanaban desde atrás como una inmensa gran aureola.

Se acerca la hora de la cena y ya empiezo a notar en el estómago el típico ardor que sólo se calma con comida.

Cenamos en una localidad costera, detenemos el coche delante de un bar de carretera de apariencia moderna, sin grandes pretensiones. El interior está bastante vacío; tan sólo en un rincón un grupo de muchachas jóvenes charla de sus cosas con una copa en la mano.

Nos han servido un bocadillo que es una barra de pan de medio kilo con lonchas de queso en su interior, lo encuentro riquísimo, pero es demasiado grande, de manera que sólo nos comemos un cuarto aproximadamente y el resto lo guardamos para más tarde.

Nos distraemos mirando el ambiente del local, amenizado con una música un tanto estridente. Concretamente, es un tema de Adriano Celentano, que no conocemos, pero que suena muy bien. De pronto, se acerca un muchacho que viste pantalones y cazadora de cuero que se une al grupo de las muchachas. Estas cuando le ven, se ponen muy contentas y le besan efusivamente. La escena está siendo contemplada por otro grupo de jóvenes con aire desafiante que deciden acercarse al grupo de las chicas con un aire agresivo y violento. Se intercambian airadamente unas palabras(Qué pena no entender ni pío). Las muchachas ya no ríen, la situación ha cambiado sustancialmente, se han puesto serias, quizás un poco asustadas.

Pero, ya es demasiado tarde: uno de los individuos del grupo beligerante que se ha aproximado al grupo de las muchachas ha vertido un vaso encima del muchacho que las ha besado y la pelea ya está servida. El agredido, que parecía tan tranquilo, se crece delante de las jóvenes, coge un vaso y lo rompe en la cabeza del atacante provocándole una brecha en la frente de donde brota un escandaloso chorro de sangre que se derrama por el suelo del local.

La mujeres cuando ven la violencia que se ha desarrollado ante sus ojos rompen a llorar y se abrazan las unas a las otras muy asustadas, no menos que nosotras que nos hemos convertido en testigos de una pelea muy violenta que no podemos evitar ya que el terror nos mantiene inmóviles en nuestros asientos.

El agresor herido decide retirarse, aparentemente vencido, con su grupo. Entonces las chicas deciden salir fuera del local para calmarse un poco.

Con la separación de los dos grupos beligerantes, parece que todo ha terminado , sin desgracias, afortunadamente, para ninguno de los dos bandos.

Hemos presenciado la trifulca de una manera obligada, pero el terror es tal, que nos hemos quedado petrificadas en el asiento incapaces de reaccionar, tremendamente impactadas, pues es la primera vez que hemos sido testigo de una pelea callejera de tal calibre.

Después de este altercado, seguimos engullendo nuestra bocadillo, un poco inquietas por la tensa situación pasada.

Cuando pensamos que todo se ha calmado y que han cesado las hostilidades. Vemos que el grupo agresor, el que creíamos vencido, ahora más numeroso, emerge de una esquina de la calle, vienen armados hasta los dientes con palos, cadenas, vociferando y gritando palabras malsonantes(no hace falta saber francés, se les entiende perfectamente).

Nosotras cuando vemos lo que se avecina, pensamos en salir corriendo, pero no podemos, el pánico nos paraliza ya que nos encontramos justamente en medio de la refriega.

El grupo formado por las chicas y el chico de cuero cuando ven que se acerca el siniestro grupo no se lo piensan dos veces y se arman cogiendo las sillas metálicas del establecimiento pensando utilizarlas como proyectiles y antes de que los agresores empiecen la refriega son ellos los que pasan al ataque lanzando a la cabeza del agresor inicial la silla metálica provocandole otro descalabro.

Sus amigos le recogen y se lo llevan entre varios, pues el accidentado ha perdido el conocimiento y parece un muñeco roto. Después de la silla siguen vasos, lanzados como certeros proyectiles que producen al chocar entre sí como un ruido metálico de vidrios rotos.

La situación empeora a cada momento y se complica más cuando los muchachos empiezan a sacar las navajas de sus bolsillos y su frío acero relampaguea bajo la luz de las farolas con un negro presagio de muerte que no pasa desapercibido para el dueño del local, hasta entonces se ha comportado como un espectador pasivo ante la dramática escena, pero ahora se dedica a recoger las sillas metálicas y las va apilando sobre las mesas, después se dirige a los jóvenes echándoles de su local con una autoridad concedida por la gran corpulencia física que le ha regalado la vida.

Nosotras captamos la indirecta, nos levantamos, pagamos nuestra cuenta y con sigilo, para no llamar la atención, nos vamos del enrarecido local con un amargo sabor de boca, pues hemos vivido unos instantes terribles, quizás los peores de nuestra existencia, y, que seguramente perduraran en nuestra memoria largo tiempo, nos alejamos del lugar con la incertidumbre de saber si este muchacho ha muerto en la refriega, pero algo me dice por la actitud de sus amigos que la cosa es muy grave.

Dejamos atrás este lugar donde hemos presenciado un brote de violencia callejera y conforme nos alejamos presentimos que la batalla campal ya está en marcha. Cuando intuimos que nos encontramos lo más alejadas posible de tumulto, nos giramos echando una última mirada sobre el bar y la contemplación de tanto horror casi nos convierte en estatuas de sal.

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