ADIÓS AL VERANO




El verano se despide y nos deja cargados de melancolía y tristeza. Y se aleja con esos días tan llenos de luz y de alegría, con esos ratos maravillosos que; al atardecer junto a la orilla del mar, son casi mágicos; con esos largos paseos sin rumbo fijo gozando de los nuevos paisajes que nos ofrece esta ciudad tan vibrante y llena de vida. Será que es todo tan intenso porque se avecina un tiempo de mudanza y crecimiento, que deja un nuevo espíritu que nos renueva por dentro y nos llena de poder y energía. Toda la alegría de esos días llenos de risas, de complicidad e historias que se comparten con los amigos, se acaban. Gozamos brevemente de una existencia donde lo único que se busca es desconectar y evadirse de la rutina diaria que nos toca vivir. Esos recuerdos tan bellos que serán el aliciente para un nuevo encuentro.

Se despide un verano anómalo, lluvias, truenos y relámpagos, han sido la tónica general de este año, y algún que otro resfriado bastante fuerte, debido a los cambios bruscos de temperatura. En general, un verano bochornoso, como todos los años, difícil de aguantar.

El verano nos abandona y la nostalgia se apodera de nosotros, porque es muy difícil para nuestro cuerpo tratar de adaptarnos al cambio de tiempo que se avecina. Toda la alegría y exuberancia veraniega, esos días tan largos nos han marcado un ritmo frenético que ahora debemos abandonar para volver a la realidad diaria y nuestro cuerpo no acaba de asimilar todos esos cambios, nos tenemos que enfrentar a nosotros mismos y debemos comprender que el derroche del verano no puede durar, ahora nos queda el reencuentro con la familia y la vuelta al hogar.

Pero, aunque tengo bajón, no estoy tristona, pues ahora tengo unos días de fiesta y nos esperan nuevos planes, cosas por hacer, no hay posibilidad de aburrimiento, cuando se tiene un buen ánimo. Las vacaciones son un goce del espíritu, no importa lo que hagamos o a donde vayamos, sólo comprendes hasta que punto las necesitábamos cuando concluyen.

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