ANECDOTAS DE BORGES




Existe una anécdota deliciosa y llena de humor que nos indica los intentos de un hombre que trataba de luchar contra sus limitaciones y la estupidez de algunos.

Cuentan que cuando Jorge Luis Borges visitó Venezuela, a sus 82 años, se dedicó a la firma de libros en “la Librería Lectura del Centro Comercial Chacaíto”, se presentó ante él un hombre adinerado con uno de los tomos que componían sus Obras Completas. Casi sin verlo, Borges estampó una rúbrica que era sólo su apellido, como era su costumbre y el otro, intrigado, le preguntó:
– Dígame maestro, ¿Qué sentido metafísico tiene su firma?
Borges se tomó su tiempo:
– Mijo, pero qué sentido metafísico va a tener. Soy ciego y hago lo que puedo, le contestó el autor argentino levantando la cabeza del volumen.

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En esta otra, refleja su talante de viejo poeta anarquista que se apaga suavemente con el alcohol.

Un joven poeta se acerca a Borges en la calle. Deja en manos del escritor su primer libro. Borges agradece y le pregunta cuál es el título. "Con la patria adentro", responde el joven. -"Pero qué incomodidad, amigo, qué incomodidad".

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Borges firma ejemplares en una librería del Centro. Un joven se acerca con Ficciones y le dice: “Maestro, usted es inmortal”.
Borges le contesta: “Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista”.

Y, es que, como él mismo decía, estaba orgulloso de ingresar en esa colección de muertos ilustres, porque podría “codearse”, así mismo lo dijo, con un cúmulo de astros de la literatura universal:

Montaigne, Shakespeare, Cervantes, Conrad, Pascal, Dante, Kafka...


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Borges y un escritor joven debatiendo sobre literatura y otros temas. El escritor joven le dice: "Y bueno, en política no vamos a estar de acuerdo, maestro, porque yo soy peronista". Borges contestó: "Cómo que no? Yo también soy ciego".

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Desde que empezó a quedarse ciego, dejaron de gustarle los disfraces. Lo confundían aún más y lo enojaban. Cuenta su gran amiga Silvina Ocampo que una tarde, en casa de Victoria, ella y Nora Langhe, disfrazadas las dos, sorprendieron a Borges paseando por los jardines, y lo asustaron. Borges se molestó, refunfuñó algo en voz baja, y siguió caminando solo hasta que se chocó con un árbol, y allí, palpando la corteza con sus manos, le dijo con la cara contra el tronco:
– ¿Vos también te disfrazaste?

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En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo: “¿En su país todavía hay caníbales?”
- “Ya no – contestó aquél -, nos los comimos a todos.”

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El escritor argentino Héctor Bianciotti recuerda una de las tantas salidas elegantes de Borges, cuando le incomodaban los halagos de la gente: Ocurre en París, en un estudio de televisión.
-"¿Usted se da cuenta de que es uno de los grandes escritores
del siglo?", lo interrogan.
-"Es que este", evalúa Borges, "ha sido un siglo muy mediocre".

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Estas ocurrencias le crearon muchas enemistades. Por poner un ejemplo Arturo Pérez Reverte hace una década, el escritor llamó "gilipollas" a Jorge Luis Borges, lo que le involucró en una sonada disputa con el columnista y escritor Francisco Umbral. Pero, no ha sido el único personaje con el que se ha cebado, a rienda suelta, la imaginación del murciano. "Vi llorar a Moratinos. Ni para irse tuvo huevos", decía el escritor a raíz de la salida de Moratinos del Ministerio de Asuntos Exteriores.

También fue profundamente despreciado por algunos escritores, como Labarca, porque estando ciego acudió a Chile a presentar sus saludos al dictador Pinochet en los días en que represaliaba a sus opositores.

Labarca vive en Austria desde hace algunos años y trabaja como traductor de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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Una mañana de octubre de 1967, Borges está al frente de su clase de literatura inglesa. Un estudiante entra y lo interrumpe para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de as clases para rendirle un homenaje . Borges contesta que el homenaje seguramente puede esperar. Clima tenso. El estudiante insiste: "Tiene que ser ahora y usted se va". Borges no se resigna y grita: "No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio". El estudiante amenaza con cortar la luz. "He tomado la precaución", retruca Borges, "de ser ciego esperando este momento".

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A principios de la década de los setenta, el escritor y psicoanalista Germán García invita a la Argentina a Daniel Sibony, matemático y psicoanalista francés. Sibony quiere conocer a Borges.
Al encontrarse, el francés le pregunta en qué idioma desea hablar. "Hablemos en francés", propone Borges, y justifica: "Dicen que la lengua francesa es tan perfecta que no necesita escritores. A la inversa, dicen que el castellano es una lengua que se desespera de su propia debilidad y necesita producir cada tanto un Góngora, un Quevedo, un Cervantes".

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Una revista de actualidad reúne a Borges con el director técnico César Luis Menotti. "Qué raro, ¿no? Un hombre inteligente y se empeña en hablar de fútbol todo el tiempo", comenta Borges más tarde.

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Resulta que como decidió apartar de su vida el fútbol, porque, sencillamente estaba fuera de su alcance, pero aún así se confesaba hincha del equipo de San Lorenzo de Almagro. Tal decisión la adoptó en la biblioteca de Almagro.

“Cierta vez me preguntaron qué cuadro prefería, y pensé que se referían a telas o a óleos, y les expliqué que como no veía bien, la pintura no me interesaba demasiado. Pero, parece que no: se referían al cuadro de fútbol. Entonces, les dije que no sabía absolutamente nada de fútbol, y me dijeron que ya que estábamos en ese barrio de Boedo y San Juan, tenía que decir que era de San Lorenzo de Almagro. Aprendí de memoria esa contestación, siempre decía que era de San Lorenzo, para no ofender a mis compañeros. Pero pronto noté que San Lorenzo de Almagro, casi nunca ganaba. Entonces, hablé con ellos, y me dijeron que no, que el hecho de ganar o perder era secundario –en lo que tenían razón.-, pero que San Lorenzo era el cuadro más científico de todos. Eso me dijeron, sí… Se ve que no sabían ganar, pero lo hacían metódicamente”.

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Su buen amigo de juventud -cofundador con él del “ultraísmo argentino”-, Guillermo de Torre, con los años, se convirtió en su cuñado. Luego el tiempo los fue distanciando, y la relación entre los dos se enfrió cada vez más. Después de Torre quedó sordo. Desde entonces, cuando le preguntaban a Borges cómo se llevaba con su cuñado, él enseguida respondía: “muy bien: yo no lo veo y él no me oye”.

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En la pausa de un acto cultural, el novelista Oscar Hermes Villordo acompañó a Borges al baño, situado en un primer piso al que se llegaba por una empinada escalera de madera. Cuando volvían, Villordo notó que Borges descendía los escalones demasiado rápido y, temiendo lo peor, le preguntó:”¿No deberíamos ir más despacio?” “Pero no soy yo – aclaró Borges -, es Newton.”

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El escritor argentino Héctor Bianciotti recuerda una de las tantas salidas elegantes de Borges, cuando le incomodaban los halagos de la gente: Ocurre en París, en un estudio de televisión.
-”¿Usted se da cuenta de que es uno de los grandes escritores
del siglo?”, lo interrogan.
-”Es que este”, evalúa Borges, “ha sido un siglo muy mediocre”.

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Borges charla con Antonio Carrizo, en un bar. Por la radio del local se anuncia un tango con letra de León Benarós, amigo de Borges. El locutor propone escucharlo y el escritor acepta.
Cuando el tango termina, Carrizo le pregunta qué le pareció. Borges mueve la cabeza y dictamina, muy preocupado: “Esto le pasa a Benarós por juntarse con peronistas”.

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El poeta Eduardo González Lanuza, uno de los introductores del ultraísmo en la Argentina y gran amigo de Borges, descubre a éste en Florida y Corrientes, solo, con su bastón, esperando para
poder cruzar. Lo toca y le dice: “Borges, soy González Lanuza”. El vuelve la cabeza y, después de unos segundos, contesta: “Es probable”.

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En Maipú y Tucumán, un grupo de adictos a Isabel Perón descubre a Borges y lo sigue unos metros, insultándolo. Al ingresar en su casa, un periodista le pregunta cómo se siente. “Medio desorientado – manifiesta -. Se me acercó una mujer vociferando: ¡Inculto! ¡Ignorante!

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Pero el anecdotario borgeano -el más rico y variado de cuantas personalidades uno recuerde- está también hecho de observaciones, ocurrencias y comentarios de singular agudeza. En ese temperamento, el escritor no rehuía incluso el tener que vérselas con temas difíciles: en plena Guerra de las Malvinas, opinó que “la Argentina e Inglaterra parecen dos pelados peleándose por un peine” y que “las islas habría que regalárselas a Bolivia para que tenga salida al mar”.

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Propuesta. Cuenta Héctor Yanover que durante una reunión de la SADE sobre la situación de la literatura argentina, Córdoba Iturburu, que la presidía, inquirió a los gritos: “¿Y qué vamos a hacer por nuestros jóvenes poetas?” Desde el fondo llegó otro grito, éste de Borges: “¡Disuadirlos!”

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En 1983, un periodista de La Nación pide a Borges su opinión sobre la Guerra de Malvinas. "Absurda", define Borges. "Estoy triste, muy triste. Mandaron a esos pobres muchachos de veinte años a morir al sur. Tener veinte años y pelear contra soldados veteranos es algo atroz, inconcebible. Solamente en el crucero General Belgrano murieron cientos. Claro que los militares dirán que al lado de los desaparecidos esa cifra no es nada, pero no creo que les convenga ese argumento. No, no les va a convenir..."

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El 10 de marzo de 1978, en la Feria del Libro, Borges se cruza con un escritor al que quiere y respeta: Manuel Mujica Lainez. Se abrazan e inician una conversación que es interrumpida una y otra vez por los cazadores compulsivos de firmas. "A veces", se queja Borges, "pienso que cuando me muera mis libros más cotizados serán aquellos que no lleven mi autógrafo."

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Roma, 1981. Conferencia de prensa en un hotel de la Via Veneto. Además de periodistas, están presentes Bernardo Bertolucci y Franco María Ricci. Borges, inspirado, destila ingenio. Llega la última pregunta. “¿A qué atribuye que todavía no le hayan otorgado el Premio Nobel de Literatura?”
- “A la sabiduría sueca”.

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Durante la dictadura militar alguien le comenta a Borges que el general Galtieri, presidente de la República en ese momento, ha confesado que una de sus mayores ambiciones es seguir el camino de Perón y parecerse a él. "¡Caramba! -interrumpe Borges- es imposible imaginarse una aspiración más modesta".

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En 1975, a los 99 años, muere Leonor Acevedo de Borges, madre del escritor. En el velorio, una mujer da el pésame a Borges y comenta: "Peeero... pobre Leonorcita, morirse tan poquito antes de cumplir los 100 años. Si hubiera esperado un poquito más...". Borges le dice: "Veo, señora, que es usted devota del sistema decimal".

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Amó tanto Buenos Aires, que reconoció haber ido por el mundo diciéndole a todo el mundo que Buenos Aires era una ciudad horrible.
Temí que se llenara de turistas. La quería sólo para mi.

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Ésta la contaba Marco Denevi: “un amigo mío conducía del brazo por la calle a un Borges ya ciego, y a su pedido, le lee lo que dice un anuncio con consignas nacionalistas: “Dios, familia y propiedad”. Borges entonces murmura: “Caramba, que tres incomodidades”.

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Resumiendo, la controvertida figura de Borges estuvo siempre perseguida por un fantasma: el de sus inclinaciones políticas. Si bien es cierto que abominó del fascismo y el comunismo por igual, también lo es que aceptó condecoraciones de Pinochet y la junta militar argentina.

Y, declaraciones como la que hizo sobre la Democracia no ayudaba mucho, alegaba que era un abuso de la estadística, sin ningún valor y el político en sí no le inspiraba ningún respeto. Como político. Consideraba la democracia un problema matemático más o menos estético o aceptable socialmente, pero incompresible para la mayoría de la gente ya que, según el escritor, la enorme mayoría no entiende de política y por lo tanto son fácilmente engañados por una secta de sinvergüenzas sin escrúpulos y totalmente corruptos. Pensaba que ser político era uno de los oficios más tristes del ser humano.

Quizá el origen de todos los males que hoy nos aquejan sea eso precisamente que la gran mayoría de la gente no entiende de política y, por eso, somos fácilmente manipulados por esta casta de políticos que lucen orgullosamente su corrupción porque se encuentran legitimados por la sociedad y la “gracia de Dios”…

Ahora quiero precisar que existen políticos honrados … pero no sé porqué oscura razón la prensa ni siquiera los tiene en cuenta, sólo interesan los prevaricadores, los ladrones, los pederastas . Los ineptos e incompetentes que usan la política como un negocio lucrativo y que son la causa de la situación caótica que impera en el país. Sería interesante que algunos de estos políticos honrados se muestre autocrítico con la perniciosa Ley de Partidos y proponga una ley de listas abiertas, la autofinanciación de los partidos y la posibilidad de que entregando tres millones de firmas el gobierno se vea obligado por ley a disolverse, ni siquiera se intenta. Por cierto en Brasil, ese país del cono sur americano, ese país que nos arrebató la candidatura a los JJOO, sin necesidad de regalar jamones, sus ciudadanos exigieron a Lula da Silva, en las últimas elecciones, una depuración de corruptos en las listas electorales, y lo consiguieron. En Islandia, han culpado de la crisis al ministro de Finanzas , un banquero, y han decidido que será estudiado por un tribunal especial creado para procesos que afecten a miembros del gobierno y que nunca había actuado en los casi 67 años de independencia de esta isla situada en el Atlántico norte..En el auto de acusación preliminar presentado hace un mes, el fiscal Sigridur Fridjonsdottir pide una condena para el ex primer ministro por violar la ley sobre responsabilidad de los ministros al desoír las advertencias que recibió sobre una inminente crisis de los principales bancos islandeses.

Ya que nos gusta tanto imitar, sería interesante tomar como ejemplo estos dos casos que, además, socioculturalmente, son, totalmente, opuestos…

Mientras tanto en España tenemos que ver como callan porque todos se benefician de un un sistema que favorece la corrupción y el enriquecimiento fácil de la clase política “honrada”. Cuando comprenderemos que nos encontramos ante una nueva clase de dictadura, la de los partidos políticos que esconden en sus filas a miles de dictadores que se ocultan bajo la manta de la legalidad “democrática”. No es difícil reconocer a los dictadores “legales”: se habla de ellos todos los días en los telediarios y son tertulianos frecuentes en los debates de televisión.

Comentarios

  1. MUY BUEN TRABAJO, ESTOY DESCUBRIENDO COMENTARIOS DE BORGES, Y ME DA MUCHA ALEGRIA

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  2. Y, yo encantada de que leas mi blog... Gracias y un saludo.

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  3. Me encantaron, muchas ya las habia escuchado, que genio

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  4. Excelente publicaciòn! Felicitaciones!

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